Hard Choices (Decisiones Difíciles) es el libro de memorias de la ex secretaria de Estado. Su agotadora gira promocional está sirviendo para marcar distancias con el presidente, y poner las bases de su candidatura a sucederle en la Casa Blanca. Ella exige ayudar a los opositores en Siria, respaldar a Israel e impedir que Irán tenga la bomba atómica.
Más de 13 millones de dólares recibió Hillary Clinton (de soltera Hillary Diane Rodham) como anticipo del libro de memorias que acaba de aparecer: Hard Choices (Decisiones Difíciles, en su edición en español), en las que narra tanto su paso por la Casa Blanca, en tanto que primera dama del país, como los cuatro años al frente de la Secretaría de Estado.
Además del esfuerzo de escribir y contextualizar sus recuerdos, la editora le está exigiendo una agotadora campaña promocional, que se está traduciendo en múltiples actos de presentación y en el casi medio centenar de entrevistas individualizadas concedidas hasta ahora. Y lo menos que se puede decir de su gira y de la cascada de declaraciones que está desgranando es que Hillary no defrauda, copando incluso las portadas de muchos medios.
Clinton, que con 112 países visitados y 100 días de promedio anual fuera de Estados Unidos durante su desempeño como secretaria de Estado, batió el record de movilidad que ostentaba su predecesora Madeleine Albright, exhibe a sus 66 años un dinamismo que desmiente las reticencias que sus posibles futuros adversarios intentan esparcir a propósito de sus capacidades y estado de forma.
Siguiendo un guión que tiene numerosos precedentes, Hillary Clinton se guarda mucho de proclamar anticipadamente su candidatura a la nominación por el Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, esta irrupción ante la opinión pública dibuja nítidamente su visión sobre el actual estado del mundo y el papel que deberían jugar Estados Unidos.
Ese papel, a su juicio, está cada vez más lejos de lo que ha hecho el presidente Barack Obama, a quién considera “extremadamente inteligente y reflexivo”, pero cuya política exterior adolece a veces de un exceso de prudencia. Así, le reprocha su decisión de no entregar de inmediato armas a los rebeldes que luchaban en Siria contra el régimen de Bashar Al Assad. “Aquello creó un vacío de poder que ahora han llenado los yihadistas”. Es más, “si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los grupos que se oponían con las armas a Assad el Estado Islámico (EI) no estaría avanzando en Oriente Medio”.
Clinton ahonda en su discrepancia con Obama al señalar que “de no haber tardado tanto en entrenar y equipar al grupo central del Ejército Libre de Siria, Estados Unidos habría tenido un mejor conocimiento de lo que estaba pasando sobre el terreno, y habría ayudado a poner en pie una oposición política creible”. Cuando se le arguye que, en aquella oposición había muchos islamistas, Clinton replica que “claro que había islamistas, pero también laicos y prácticamente de todo, pero Estados Unidos fracasó en construir una fuerza de combate creible”.
No es un fallo sin consecuencias, a su juicio, antes bien “estoy enormemente preocupada por la capacidad de escapar de los yihadistas, cuyas acciones y atentados puedan afectar directamente a Europa y Estados Unidos”. La magnitud del problema le impele a reclamar que su país desarrolle una estrategia coordinada para enfrentarse al peligro del terrorismo islamista.
Apoyo inquebrantable a Israel
Al hilo de la reciente ofensiva, ‘Margen Protector’, realizada por Israel en Gaza, la exsecretaria de Estado se muestra categórica en su respaldo a Israel y a su primer ministro Benjamin Netanyahu: “Creo que Israel ha hecho lo que tenía que hacer para responder a los cohetes de Hamás; tiene todo el derecho a defenderse”. Después denuncia “el antisemitismo creciente en Europa”, donde se sorprende de que “haya infinitamente más manifestaciones contra Israel que contra la Rusia de Vladímir Putin, que se ha apoderado de una parte de Ucrania y ha abatido un avión comercial”.
También se distancia Hillary Clinton de Barack Obama a propósito de las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania), y preconiza una línea de mayor dureza con Teherán de la que exhibe actualmente la Casa Blanca: “Estoy -dice- con los que sostienen que Irán no tiene derecho al enriquecimiento de uranio. Contrariamente a su reclamación, éso no es un derecho”.
Obama había aludido precisamente a Irán, y a muchos otros temas, cuando acuñó su lema “no hacer estupideces” como resumen del conjunto de política exterior. El aserto es contestado secamente por su antigua secretaria de Estado: “Las grandes naciones tienen que organizar sus principios, y ‘no hacer estupideces’ no es precisamente un principio de organización.
Respecto de América Latina, Hillary Clinton también se pronuncia sin ambages. A la pregunta formulada por Jorge Ramos Ávalos, de La Prensa Gráfica de El Salvador, de qué haría con los casi 60.000 niños centroamericanos que han llegado a Estados Unidos en los últimos meses, Hillary responde: “Bueno, algunos de ellos deben ser deportados”. Matiza después que divide a tales criaturas en dos categorías: los niños refugiados, a los que hay que conceder asilo y protección, y niños migrantes, a los que hay que deportar.
En cuanto a Cuba, Clinton califica el embargo que padece la isla de “fracaso que ha beneficiado a los Castro porque ellos culpan de todo a ese embargo”. Por lo tanto, exige suprimirlo como primer paso para una normalización de relaciones cubano-norteamericanas, lo que le permitiría viajar a La Habana, un anhelo que manifiesta poder cumplir algún día.
Tal es, pues, el primer boceto del pensamiento de una Hillary Clinton que exhibe muchos indicios de querer concurrir a la carrera por instalarse en la Casa Blanca. De momento, va a proceder a una mudanza, trasladando sus actuales oficinas en Washington a Nueva York, en donde ha firmado un contrato de alquiler por dos años de 19 despachos para sus colaboradores. Las tareas de las que éstos hayan de ocuparse en un inmediato futuro es probable que tengan mucho qué ver con el larguísimo proceso electoral que se avecina. En todo caso, ella misma estará un poco más cerca que ahora – a solo tres cuartos de hora- de su hogar en Chappaqua.
Por Pedro González para Zoom News