Dos investigaciones científicas aseguran que sigue vigente la amenaza de un gran terremoto en el norte de Chile, después del seísmo de magnitud 8,2 en la escala de Richter que causó seis muertos en abril, publica hoy la revista “Nature”.
El bajo número de víctimas confirmó el buen funcionamiento de las medidas gubernamentales de protección de la población ante el temblor registrado el pasado 1 de abril en la ciudad de Iquique, a 1.857 kilómetros al norte de Santiago de Chile.
De acuerdo con los dos estudios que divulga en su último número “Nature”, esas medidas serán vitales para minimizar el efecto de un terremoto de magnitud “8,5 o mayor” que podría darse en el futuro en esta zona de Chile, el país con más riesgo sísmico del mundo.
Tras aquel suceso, el Centro Sismológico Nacional consideró poco probable que un gran terremoto sacuda esa zona, aunque indicó que podrían registrarse nuevos sismos de una magnitud similar al de Iquique.
Por contra, sismólogos de Estados Unidos consideraron entonces que la amenaza de un gran terremoto de unos 9 grados de magnitud sigue vigente en el norte de Chile.
Las dos investigaciones publicadas hoy analizan los acontecimientos que desembocaron en aquel temblor e identifican las regiones que siguen teniendo un alto riesgo de que se registren terremotos a corto o medio plazo.
El primer estudio, desarrollado por el investigador Gavin Hayes, del Centro Geológico de Estados Unidos, explica que el terremoto de Iquique y sus réplicas fracturaron una sección del borde de una placa tectónica que no ha registrado movimientos sísmicos significativos desde el terremoto de magnitud 8,8 de 1877.
El temblor de abril se produjo después de que se detectase una intensa actividad sísmica en la zona el mes anterior, ocasionada por el choque entre las placas de Nazca y Sudamericana, y fue seguido durante la noche y la madrugada por más de una veintena de réplicas, algunas de hasta 4,9 grados en la escala de Richter.
La actividad de esas dos placas ha provocado al menos un terremoto de gran magnitud en cada siglo en la región, el último de ellos hace 137 años.
Hayes subraya que, aunque se espera que en cualquier momento un gran terremoto sacuda la zona, el de abril no fue ese temido “megatemblor”.
No lo fue, arguye, porque no tuvo lugar en la zona de subducción (punto donde chocan las dos placas) que se creía soportaba los niveles más altos de presión.
Al hilo de este hallazgo, los investigadores detectaron que amplios segmentos de esa zona de subducción del norte de Chile no han sufrido fracturas relevantes en casi un siglo y medio, por lo que prevén que puede haber en el futuro grandes terremotos tanto al norte como al sur de Iquique.
El segundo estudio ha corrido a cargo de Bernd Schurr, experto del Centro de Investigaciones Geocientíficas de Alemania, quien también señala que el seísmo de Iquique rompió la parte central del último segmento de la placa Sudamericana que permanecía intacto y que ya debería haber cedido durante el pasado siglo.
El científico sostiene que los “terremotos menores” que se registraron en la zona durante el año hasta el pasado abril debilitaron los bordes de la placa, lo que posiblemente resultó clave para provocar el inicio del terremoto.
Su informe concluye que es muy posible que se registren “grandes terremotos” en la zona en el futuro, dado que solo una parte del borde de la placa ha sido fracturada y los segmentos que aún permanecen unidos tienen potencial para provocar una sacudida de magnitud 8,5 o mayor. EFE