Tras la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo y Ramón José Medina, algunos llegamos a pensar que se abrirían las compuertas de la MUD para iniciar un verdadero proceso de “democratización” de esa importante instancia política nacional, pero de acuerdo con lo que vienen reseñando los medios de comunicación, pareciera que está ocurriendo todo lo contrario.
En lugar de iniciar un amplio proceso de consulta nacional con todos los ciudadanos, para escuchar lo que piensa la gran mayoría de las personas que viven y sufren en este país, la MUD ha preferido tomar el camino de la “encerrona” para tratar de resolver sus propios problemas.
En mi modesta opinión, la “encerrona” es un mecanismo muy poco democrático: consiste en que los jefes de los partidos que conforman la MUD se reúnen durante 8 o 10 horas para sacarse los trapitos sucios. Contrario a lo que se cree, la encerrona no es para tratar de ponerse de acuerdo con relación al camino que hay que seguir para sacar al país de la severa y profunda crisis económica, política y social que lo afecta. La encerrona es para ver quien logra tener el control de la MUD para luego imponer su criterio.
La MUD puede hacer quinientas encerronas. Pero hasta que la MUD y los partidos que la integran no entiendan que deben conectarse con el pueblo, es decir, con la gente de abajo, será mucho más difícil salir de los tres cochinitos: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Rafael Ramírez.
Conectarse con el pueblo significa, por ejemplo, ponerse en los zapatos de las amas de casa que salen todos los días al mercado a tratar de conseguir comida. Conectarse con el pueblo significa, ponerse en los pantalones de quienes todos los días salen a la calle a tratar de conseguir un empleo digno y no lo encuentran.
Conectarse con el pueblo significa entender y compartir el sufrimiento de quienes van a los hospitales en busca de atención médica y no la encuentran por la sencilla razón de que el sistema de salud pública colapsó. Conectar con el pueblo significa meterse en la camisa de quienes sufren para obtener agua potable, de quienes sufren para conseguir una bombona de gas o de quienes viven en un rancho de zinc y duermen en el piso.
Cuando fue creada la MUD, en enero de 2008, muchos venezolanos demócratas pensamos que había nacido el mecanismo perfecto para enfrentar y derrotar a Hugo Chávez. Seis años después, son muchos los venezolanos que creen que la MUD no sirve. Ello ha ocurrido, entre otras cosas, por la cuestionable manera cómo la MUD ha tratado de enfrentar al régimen de Maduro, desoyendo las voces que en la calle plantean diferentes caminos para la lucha y obviando la necesaria consulta hacia los ciudadanos, es decir, hacia los electores, que son a fin de cuentas los que pueden decidir el futuro de este país.
Es triste decirlo, pero tal parece que es así: los partidos que integran la MUD continúan de espaldas al país nacional. Qué bueno habría sido iniciar un amplio proceso de consulta en toda Venezuela para que todos los ciudadanos interesados en salir del régimen de Maduro hubiesen opinado con relación a la persona que debía ocupar la Secretaría Ejecutiva de la MUD. Qué bueno habría sido organizar unas primarias a nivel nacional para que los ciudadanos hubiesen elegido, con su voto, a las personas que van a dirigir la MUD. No importa si hubiesen votado cuatro gatos. Es mil veces preferible decir que el nuevo secretario ejecutivo de la MUD fue electo por la gente, a tener que decir que fue escogido por un cogollo.
Lo mismo ocurre con el Plan Estratégico aprobado por la MUD. Habría sido diferente si ese plan hubiese sido producto y consecuencia de 335 asambleas populares realizadas en todos y cada uno de los municipios del país. La gente sabría al menos que su opinión fue tomada en cuenta. Pero no fue así. Ahora sólo tenemos un Plan surgido de una “encerrona”.
Me gustaría saber cuál es la democracia que defiende la MUD. Por lo que he podido observar en estos últimos días, la democracia que defiende la MUD se parece mucho a la democracia que defiende Supermán, Batman y la Mujer Maravilla: una democracia de comiquita, donde el pueblo sólo sirve para votar y más nada.
Mi planteamiento sigue siendo el mismo: hay que democratizar a la MUD. Hay que democratizar a los partidos que integran a la MUD. La MUD tiene que recuperar la credibilidad perdida. Tiene que reconectarse con la gente de abajo. Tiene que demostrar que es algo más que una alianza político-electoral a la que sólo le importan las elecciones, es decir, los cargos que se puedan obtener en unos comicios.
La democracia es el gobierno del pueblo. Para salir de Maduro hay que tener pueblo. Pero el pueblo, señores de la MUD, no se consigue en una encerrona.