Sin embargo, el concepto de moral que parece predominar en grandes segmentos de las sociedad venezolana es el de Carlos Marx, no el de Kant. Marx decía: “ la moral no es una categoría social cuyos contenidos normativos sean de validez absoluta, universal y eterna, como ha pretendido Kant con su imperativo categórico, sino que esos contenidos están sujetos al relativismo histórico de los distintos sistemas de vida que los seres humanos divididos en clases fueron adoptando en distintos períodos de su existencia como especie”. Es decir, para Marx, la moral era una cuestión de moda o, peor aún, de conveniencia. El relativismo histórico, aprentemente, daba para todo.
En la sociedad venezolana de hoy, gentes de todos los niveles, incluyendo los grandes cacaos y las élites gobernantes se adhieren, hasta con entusiasmo, a la concepción marxista de la moral.
Muchos de los grandes cacaos se han convertido, simple y llanamente, en grandes cacos o cacas.
La moral como moda equivale a botar a la basura la brújula que nos lleva por la vida. Equivale a tener casi tantas morales como gente ande por nuestras calles, lo cual significa la desaparición de la moral.
El poder de la moral es tan grande, sin embargo, que quienes desean violar sus principios lo hacen generalmente en su nombre. Por ejemplo, la importación masiva de niños palestinos a Venezuela se hace en nombre de la compasión, uno de los más vigoros preceptos morales. Sin embargo, la realidad es que: (1), ni los niños palestinos podrán ser felices en la Venezuela de hoy, la cual en muchos aspectos vive hoy una pesadilla peor que la de Gaza,; (2), esa decisión ha sido tomada por razones bastardas de ideología política, no por compasión; y, (3), se toma a espaldas de la tragedia social venezolana, debido a la cual nuestros niños, ancianos y ciudadanos comunes están sufriendo toda clase de privaciones.
Hay infinidad de otros ejemplos, el lector añadirá sin duda el suyo. Es inmoral:
- Que las hermanitas Chávez sigan viviendo en La Casona y que, segun Carlos Berrizbeítia, gasten un total de 2.258 millones de bolívares al año por vivir allí. En el ABC de españa Ludmila Vinogradoff detalla estos gastos y dice que la mayor partida presupuestada para 2014 para una gente que no tiene derecho a ello incluye electricidad, teléfono, seguridad del personal civil y militar, guardaespaldas y chóferes. También el mantenimiento de la sala de bolos, la de baile, piscinas, los cocineros o el cuidado de los vehículos. Solo la asignación para la compra de alimentos y bebidas y las agencias de festejos se llevan 129 millones de bolívares.
- Endeudarse con China a costa de las futuras generaciones de venezolanos , lo cual se hace, paradojicamente, en nombre del principio de la soberanía. Quienes aún no han nacido no pueden protestar y muchos de quienes ya nacieron vendieron su moral por un camburcito o una limosnita
- La negativa de la OEA de tratar el caso venezolano, la cual se basa en el llamado “principio de no intervención”, un principio ambiguo que sirve de excusa a los lubricados por el dinero petrolero para no cumplir con su deber. El petróleo ha comprado las conciencias de muchos de los países miembros y burócratas del inmoral organismo.
- Las marramucias y triquiñuelas de UNASUR, ALBA, MERCOSUR y otros parapetos indignos latinoamericanos, las cuales se llevan a cabo en nombre de la integración regional, como nos lo pretende vender el ex-terrorista Rodríguez Araque. Estas organizaciones constituyen inmorales fuentes de pérdidas monetarias para la nación venezolana, asediada por líderes parásitos cubanos, bolivianos,argentinos, nicaraguenses, isleños y ecuatorianos.
- Diferir, como sistema, el juicio de opositores presos, en nombre de la justicia, lo cual constituye una inmoralidad y una tortura de la peor especie para quienes están en las cárceles del narco-régimen de Nicolás Maduro
- Nombrar a gente sin credenciales como representantes de organizaciones internacionales, en nombre de la solidaridad con los pueblos desposeídos, tal y como ha ocurrido con la designación de María Gabriela Chávez como embajadora alterna de Venezuela en la ONU y como ocurre con el lumpen de “diplomáticos” venezolanos, algunos de ellos traficantes de droga, otros adulantes, uno que otro acosador sexual, otros simplemente analfabetas.
- Establecer, en nombre de la defensa de los pobres, un control de precios, un control cambiario y un régimen de expropiaciones y confiscaciones de empresas privadas productivas que ha llevado al país a la ruina, mientras el malandraje oficial, plenamente identificado, se ha enriquecido de manera obscena
Quienes quieran defender la moral inmutable, en lugar de plegarse a la moral como moda, deben insurgir, con todos los hierros, en contra de la pandilla de unos 500 malandros, civiles y militares que ha arruinado al país.