Sin habérmelo propuesto, tuve la oportunidad de conversar con un grupo de políticos jóvenes, que forman parte de la dirigencia de los partidos tradicionales -esas organizaciones añejas que todos conocemos. Debo confesarles, que después de oírlos siento una gran preocupación. No me estoy refiriendo a nuestros jóvenes estudiantes, esos muchachos valientes que salieron a dar la cara para reclamar, protestar y expresar su disconformidad ante lo que vivimos. Me preocupan los otros, los políticos jóvenes, porque no veo en ellos las características más resaltantes -o las que siempre salen a relucir- cuando se habla de juventud: rebeldía, arrojo, atrevimiento, disconformidad, un toque de locura, ideas irreverentes e incluso, por qué no, desobediencia. Nuestros políticos jóvenes no evitan los senderos tradicionales. Se comportan y hablan como los políticos de antaño. Pero, dentro de las muchas cosas que me preocupan, una de las que más me inquieta es ver que los políticos jóvenes, sin importar a qué partido pertenecen, no hayan decidido motus proprio tomar decisiones: una conducta inaceptable que los entrampa porque terminan cayendo en las garras de los viciados, tóxicos y perversos políticos enquistados en los partidos, que hacen envejecer el pensamiento juvenil.
Me resulta alarmante que, por ejemplo, una diputada haya sido vilmente expulsada de su puesto en la Asamblea Nacional y eso no haya conmovido a ningún político joven quien, en apoyo, hubiera podido plantarse frente al hemiciclo, protestar y presionar hasta ver de vuelta a María Corina en su curul. ¿Hasta qué punto está realmente la juventud política de los partidos tradicionales conmovida por el encarcelamiento de Leopoldo López, preso en una cárcel militar, y cuyo proceso evidencia uno de los más grandes atropellos de la elemental legalidad? Estamos muy mal si, los políticos jóvenes, no tienen ideas propias y siguen sólo la línea partidista, ¿dictada por quién? ¡Por los dinosaurios de siempre! El proyecto político de la MUD forma parte de un geriátrico, cargado de ideas viejas y arrugas. Y los políticos jóvenes creen que, para poder tener alguna relevancia y participación, tienen que hacer vida en estos partidos geriátricos.
Los jóvenes tienen que hacer política no como se hacía antes: con un afán de figurar. La política de hoy no debe ser teatral y posada; mucho menos una búsqueda incansable de centímetros en los periódicos o unos minutos de radio. Hacer política, tiene que ser una tarea auténtica, verdadera, comprometida, que tenga relevancia, que logre conectarse con lo que siente la mayoría de la sociedad civil, cansada de eso: de las poses y los discursos tradicionales.
Cuando lamentablemente oigo una declaración de los representantes de la MUD, lo primero que noto es la falta de empatía con el protagonista –o víctima- de turno: comienzan a aparecer unas especies de fantasmas del pasado, que neutralizan las ideas propias y cercenan la creatividad. Existe una comunidad democrática que está reclamando que esos jóvenes políticos que están en los partidos tomen el control y la bandera, y no estén más tras bastidores. Lo triste de todo esto es que se está desperdiciando la oportunidad, irrepetible quizá, de la absoluta mediocridad en la conducción del país, que es la que les facilitaría a esos jóvenes políticos opositores la posibilidad de asumir las riendas del cambio. Pero, para eso hace falta perderle el miedo a la verticalidad de la línea partidista que los controla. No es posible que por mezquindad política se castren a estos jóvenes políticos, que abundan y llegan a los partidos con ideas propias y buenas; pero, que terminan sumisos ante los dictámenes de los caudillos.
Es insólito que la MUD nos exhorte a que los acompañemos a la próxima derrota electoral, y los políticos jóvenes no se atrevan a llevarle la contraria. ¡Necesitamos unos políticos jóvenes que se arriesguen a alzar su voz! ¿O es que acaso nada les conmueve? ¿Qué hace falta para que les llegue la rebeldía y rompan con el esquema? ¿Cuántos casos y procesos judiciales ha habido en los últimos años que son aberrantes e inaceptables para cualquier sociedad democrática, casos que no tienen justificación alguna, y los políticos jóvenes roncando porque los dueños de la MUD tienen que dormir? Si ellos forman parte de esa oposición política cómplice es importante que lo digan de una vez. No sé si los partidos tienen tanta capacidad de absorción que logran que los políticos jóvenes se alienen y no se sintonicen con la sociedad civil. Esos partidos de la MUD lo que han demostrado es el más absoluto desprecio hacia esa colectividad que reclama acciones más que elecciones.
¿Tienen miedo los políticos jóvenes de soltar las banderas y emblemas de los partidos de siempre? El hecho es que ninguno está interpretando lo que quiere la sociedad civil. ¿Por qué tienen que permanecer encarrilados en la línea partidista? Recuerden que el tiempo en política transcurre veloz: o actúan ahora o se transformarán, antes de que ellos mismos se den cuenta, en pasado.
Ya todo el mundo sabe qué tipo de gobierno tenemos en Venezuela ¿hasta cuándo los políticos jóvenes se prestan para que los viejos políticos le sigan dando oxígeno? A mi juicio, es grave. Esto evidencia que la dirigencia política partidista opositora está envejecida. Necesitamos que los políticos jóvenes comprendan lo que está pasando y se proyecten como los auténticos intérpretes de lo que quiere y necesita el país.
El modelo opositor político actual se quemó. Los jóvenes tienen la responsabilidad de separarse de esos dirigentes llenos de telarañas. Tomen de ellos la experiencia; pero, establezcan sus propios criterios. Lo de antes, es clavo pasado. Hoy no sirve, y eso, queda más que demostrado.