Los efectos del cambio climático no han pasado desapercibidos en la población de Delicias y en general en toda la jurisdicción del Municipio Rafael Urdaneta, zona donde habitualmente sus habitantes cultivan fresas, morón, duraznos, lulo, vegetales y tubérculos.
El panorama hoy en día en la población fronteriza con Colombia, es desolador, pues cientos de hectáreas de tierras que anteriormente permanecían tapizadas de diferentes cultivos, solo son una vieja “colcha” de maleza reseca y chamizos, alternándose con alguna que otra siembra de productos que son más resistentes a la sequía y elevadas temperaturas.
Para colmo de males y tal como lo aseguran los campesinos, la fuerte oleada de calor y temperaturas que promedian entre los 30 a 32 grados centígrados, les ha obligado a emigrar hacia cultivos distintos a los tradicionales de las frutas, cuya producción igualmente se ha estancado, no solo por la oleada de calor, sino también por la carencia de agua para los respectivos riegos.
La otrora tierra privilegiada de Tabor, Villa Páez y Betania, así como otras aldeas donde se cultivaban principalmente frutas que llegaban a los mercados sancristobalenses, actualmente han perdido más de 80% de su capacidad productora, precisamente a causa de la oleada de calor, la que impide que la tierra tenga las condiciones apropiadas para el florecimiento de las semillas.
Numerosas hectáreas de predios donde por años han florecido milagrosamente los duraznos, cuyo fruto es catalogado por los propios campesinos “como una miel” debido a su dulzura, permanecen resecas y con uno que otro fruto en sus ramas, ya que la mayoría de árboles solo exhiben hojas resecas y chamizos.
En Betania, donde por años se han cultivado frutas de diversa índole, los campesinos han alternado la siembra de frutos, pues aseguran, que no le es rentable explotar este renglón de la agricultura.
Rubén Darío Sierra, aseguró que, no solamente los productores se han visto afectados por el fenómeno climático, sino también el comprador, pues sobre él recae el precio final del producto.
–Aquí la gente siempre ha vivido de sembrar morón, lulo, tomate de árbol. Desde hace casi un año no llueve ni hay precipitaciones, eso nos ha obligado a dejar de lado esos cultivos y arar la tierra para plantar papa amarilla o negra, pues estas variedades son más resistentes al calor y son un poco más rentables que las mismas frutas.
Recalcó el labriego, que la carencia de lluvias, propició que descendiera drásticamente la producción por hectárea sembrada. “En período lluviosos, en media hectárea de tierra se sacaban unas treinta a cuarenta “canastadas “de fresas, pero con la llegada del verano, solo se lograba llegar a unas doce o catorce, por eso la gente empezó a dejar de lado ese cultivo, al igual que las demás frutas; en algunas parcelas se mantiene la producción de fresa, pero a muy baja escala y se han buscado variedades más resistentes al calor, estamos viviendo una época pésima, ya que los dueños de terrenos les ha tocado que botar empleados, pues no pueden cultivar la tierra por la época de extrema sequedad que estamos padeciendo” afirmó la fuente.
El descenso en la plantación de frutas en los predios de Rafael Urdaneta, ha incidido negativamente también en los precios para el consumidor, ya que el valor por kilo de los frutos, se ha triplicado.
La afectación en la producción de frutas, se ha extendido a la plantación de flores, especies que carecen actualmente de las condiciones climáticas apropiadas, por lo que en la mayoría de extensiones donde se explotaban, hoy en día solamente hay rastrojos y maleza acumulada.
Para alimentar de agua a los cultivos, los campesinos se alternan una vez a la semana del sistema de riego rural con el que medio logran, remojar la tierra y sacar la poca producción que actualmente les brinda la tierra.
Los efectos del cambio climático, también han impactado en el caudal de las aguas del río Táchira, cuyo flujo es el más bajo en los últimos 20 años.
Pablo E. Rodríguez para el diario La Nación (Táchira)