Existe la creencia de que la vida de los hombres es sencilla y sin complicaciones. Sin embargo, nosotros también padecemos dolores propios del hombre, y uno de los más terribles es acompañar a nuestras amigas, novias, esposas, amantes, mamás y/o hermanas a esa actividad horrible que ellas conocen como “ir de shopping”.
Pueden decir que sólo irán a un par de tiendas, que no se tardarán nada o que ya saben qué es lo que quieren, pero sabemos que es mentira. Ir con una mujer a un centro comercial es una tortura en la que pasamos horas esperando a que las señoritas recorran todas las tiendas.
Y las cosas no terminan ahí, pues también sufrimos el asedio de preguntas capciosas cuyas respuestas ignoramos y siempre nos dejan mal parados, como: “¿Me veo muy gorda con esto?” o “¿De estos vestidos cuál está más bonito?” (eliges uno al azar y después serás interrogado con la pregunta “¿y por qué ese?”).
Vía Sopitas