Venezuela vive uno de los momentos más dramáticos de su historia. La cantidad de problemas que agobian a los venezolanos se ha incrementado de una forma notoria. Además, la intensidad de los mismos, compromete la visión que de sí mismos tiene la gente que se enfrenta a momentos de mucha incertidumbre que se miden a través de la falta de optimismo en el futuro que arrojan todas las encuestas de opinión pública en la actualidad.
Los venezolanos han luchado denodadamente contra la implantación de un modelo que le es ajeno durante los últimos quince años. La lucha no ha cesado. Por el contrario, la conflictividad social del país es notable. Se reportan manifestaciones de todo tipo todos los días. La intranquilidad de la gente se hace evidente en todos los aspectos del quehacer de nuestra sociedad.
En medio de esta situación, las clases políticas aparecen comprometidas con sus propias causas y haciendo caso omiso al proceso de empobrecimiento al que ha sido sometido el venezolano en general. Las personan en nuestro país son ciudadanos de tercera categoría. Sus libertades han venido siendo coartadas sistemáticamente. No hay posibilidades para la elección, no hay manera de moverse sin tener que obtener una licencia de un gobierno que se mete en todos los aspectos de su vida. Paradójicamente, el Estado venezolano no da contraprestaciones que compensen ese control que ejerce sobre la población. Por el contrario los servicios de seguridad pública, la salud, la educación, la infraestructura, muestran signos de deterioro y mantienen a las personas por debajo del nivel de subsistencia en muchos aspectos básicos. El problema de la escasez de medicinas y alimentos debe ser atendido con la urgencia del caso.
No es claramente visible en el país un grupo de personas que marquen direcciones. Que, observando de una manera crítica al país, ayuden a conformar criterios de hacia dónde deben dirigirse las acciones para que se comience a tomar medidas que impidan que el país se siga hundiendo en el atraso que, de seguir así, nos hará presa fácil de cualquier potencia extranjera que se aproveche de nuestra debilidad.
Un grupo de personas dedicadas a pensar los problemas del país puede arrojar luces sobre aspectos de vital importancia para el desarrollo de Venezuela y consecuentemente, la mejora de la calidad de vida de los venezolanos a niveles cónsonos con el potencial de riqueza con el que cuenta nuestra nación.
Respuestas a una cantidad de preguntas deben ser abordadas: ¿nos ha servido de algo exacerbar la división entre los venezolanos?, ¿cuál debe ser nuestro modelo de desarrollo?, ¿qué debemos hacer para re institucionalizar al Estado?, ¿qué debemos hacer para superar estructuralmente la pobreza?, ¿qué acciones tomar para garantizar la seguridad de los venezolanos?, ¿cómo le damos a los venezolanos servicios de salud de primera calidad?, ¿cómo logramos universalizar la educación para tener un venezolano competitivo que impulse el desarrollo?
Venezuela necesita este debate. El pueblo debe saber que hay alternativas. Que una mejor calidad de vida es un derecho. Que lo que tenemos actualmente está muy por debajo de lo que nos merecemos. Es menester hacer que las clases políticas asuman su responsabilidad de manejar el país a la altura de los requerimientos de un país que necesita recuperar el tiempo perdido.