El teniente, a quien no le gusta que se hable en el edificio que aloja la asamblea que preside y que satisface con una verborrea incontenible la frustración de media vida limitada a decir “si mi capitán, si mi coronel, si mi general” le ha dicho por la prensa a LL “yo no estaba negociando nada contigo, te estaba salvando la vida por instrucciones del presidente Maduro”.
El teniente nos informa que tenía conocimiento de que se atentaría contra la vida de LL. Ha implicado en su declaración al usurpador que supuestamente le instruyó “teniente Cabello sálvele por un pelo la vida a LL”. No es por supuesto una prueba, ni siquiera alcanza la cualidad de una presunción, porque éstas las construyen los jueces partiendo de la existencia de varios indicios, ya que la ley le exige al juez prudencia para establecerla y que haya más de uno de ellos, pues emplea el plural y los términos graves, precisas y concordantes.
Sin embargo, hétenos aquí en presencia de una de esas excepciones que vienen a confirmar la regla y que hacen honor a la sabiduría popular que recogen los refranes. “Por la boca muere el pez” no pretende referirse al arte de la pesca con anzuelo, sino al hombre que abre su bocota y queda confeso. La confesión si es una prueba, la prueba mayor.
Ha dejado transcurrir el teniente casi ocho meses “sin dar parte a la autoridad competente que tenía conocimiento de un hecho punible por el cual la ley ordena proceder de oficio”, que lo convierte en autor de otro hecho punible, en cuya autoría también implica al usurpador que tiene la misma obligación de “dar parte a la autoridad competente”.
Es oportuno que el teniente y el usurpador sepan que cuando la ley dice “dar parte” no significa que le dé un pedazo o un trozo de algo, sino que informe a la autoridad y que el simple retardo en hacerlo configura el delito. El usurpador puede sentirse a salvo de ese delito pues bien puede desmentir al teniente, pero si opta por no desmentirlo es otra cosa, porque si se trata de “salvar la vida” es porque alguien está organizando o ha organizado un plan para cortarla y los nombres y el plan forman parte “del parte que hay que dar”.
Alerta fiscal, usted es la funcionaria llamada a recibir el parte, pero parece que estos dos funcionarios, cabezas de los poderes ejecutivo y legislativo, no son “ciudadanos cooperadores” como los que le dieron ‘el parte’ de los estudiantes conspiradores. Intímelos a darlo y si le resulta incómodo al menos pídale al teniente que no diga cosas descabelladas.