La utilización de un crimen, un muerto, o de un cadáver, para tratar de reforzar esta menguada revolución, cuya credibilidad y apoyo popular sigue en picada, es una vieja táctica diseñada en los laboratorios del G2 cubano, que intenta desesperadamente distraer la atención de los venezolanos sobre los verdaderos problemas que nos acosan: inseguridad, desabastecimiento, desempleo, pésimos servicios públicos, hambre y miseria.
Los estrategas cubanos saben muy bien que en Venezuela hay una explosiva situación económica y social que amenaza con estallar de un momento a otro. Todas las encuestas reflejan el gran malestar y descontento que hay en las calles, incluso en los estratos sociales más bajos, que se suponía, siempre habían estado del lado de la revolución.
La terrible muerte del diputado Robert Serra, está siendo utilizada para tratar de cambiar la agenda política y social del país. Quieren que todos los venezolanos nos olvidemos de que no hay suficientes alimentos, ni toallas sanitarias, ni papel sanitario, ni medicinas, ni empleo. Quieren que nos olvidemos de los apagones, de la pésima calidad del agua potable que consumimos, del terrible servicio de transporte público y de las malas condiciones en que se encuentran las escuelas y los hospitales.
El asesinato de Robert Serra, que aparenta ser un crimen cometido por paleros y santeros, quiere ser convertido en un crimen político. El ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, fue el primero en lanzar esta versión, cuando dijo que “el asesinato del diputado Robert Serra y su compañera María Herrera obedeció a una macabra encomienda”.
Pocas horas después del terrible crimen, Rodríguez Torres dijo a los periodistas que “no se trata de un hecho azaroso, estamos en presencia de un homicidio intencional y ejecutado con gran precisión”. El funcionario aseguró que “el crimen de Serra fue planificado, organizado al detalle y ejecutado en un lapso de entre 15 y 20 minutos y utilizando un arma cortopunzante”.
El presidente de la República, Nicolás Maduro, reforzó la teoría del “crimen político” al acusar el viernes al ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y a “criminales” protegidos por el gobierno de Estados Unidos de la autoría “intelectual” de la muerte del diputado chavista Robert Serra y de María Herrera”
Maduro dijo que “los autores intelectuales estoy más que seguro están fuera del país, por las informaciones que manejo, apuntan hacia Colombia y la banda de criminales que ha dirigido toda la vida el ex presidente Álvaro Uribe”. Dijo que las averiguaciones “apuntan hacia Miami y la banda de criminales que es protegida por el gobierno de Estados Unidos y que ha estado vinculada al asesinato de hombres valientes y honorables”.
Hasta el recién designado secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, quien por cierto debe su nuevo cargo a Nicolás Maduro, aseguró en Quito (Ecuador) que el asesinato del diputado venezolano Robert Serra es una señal de la infiltración del paramilitarismo colombiano.
Como puede observarse, todo apunta a que el gobierno de Maduro y sus asesores del G2 cubano, nos quieren convencer de que el crimen de Robert Serra fue político. Así lo hicieron cuando fue asesinado Danilo Anderson. También lo hicieron cuando fue asesinado Eliécer Otaiza. Y lo que es peor: trataron de hacerlo con la muerte de Hugo Chávez, cuando lanzaron la alocada teoría de que Estados Unidos y la CIA le habían inoculado el cáncer que lo mató.
Pero lo cierto es que el asesinato del diputado Robert Serra y María Herrera, ocurrido en horas de la noche del miércoles 1 de octubre pareciera ser más bien un acto de santería. El diario Ultimas Noticias, de tendencia oficialista, dijo que “el cuerpo del parlamentario del Psuv mostraba 50 puñaladas que le fueron asestadas en el pecho, a la altura del corazón. Además, estaba maniatado y amordazado, confirmó un testigo a ÚN. El diputado fue encontrado en el segundo piso del inmueble”.
El periódico dijo también que “el cuerpo de María Herrera, quien está señalada de ser la compañera sentimental de Serra, también recibió heridas de punzón. El cuerpo de Herrera fue hallado en la parte baja de la residencia. La relación entre Serra y Herrera no está del todo aclarada, fuentes del gobierno y de la AN aseguran que eran pareja. Mientras que familiares de la mujer sostienen que eran ahijada y padrino de santería; religión que ambos practicaban”.
La historia demuestra que los asesinatos políticos no se hacen con un picahielo. Kennedy, Luther King, Gandhi, no fueron muertos a cuchillo. Además, los que mataron a Serra y a Herrera entraron sin forzar la puerta, es decir, eran amigos del diputado. Y hasta donde yo sé, Serra no era amigo de la gente de la CIA, ni de Obama, ni de Alvaro Uribe.
SC. 04 de octubre de 2014
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