Además de sus cuatro escoltas, Serra era protegido por numerosos “colectivos” con los que mantenía contacto permanente, así que cuando estallaron los sucesos sangrientos en Quinta Crespo tras el allanamiento del Cicpc del edificio Manfredir, donde murieron cinco miembros de los grupos “Escudos de la Revolución” y “5 de Marzo”, la posible asociación de tal hecho con la muerte de Serra era inevitable, aunque la especie fuese negada por el director del Cicpc. El colega Manuel Malaver el pasado domingo, en La Razón, apunta que Serra habría sido comisionado para convencer a los “colectivos” del desarme, a lo que se habrían negado mayoritariamente. Sabido es que estos grupos tienen armas de guerra, como las tenía el diputado Serra. Por cierto, mudez oficial sobre esta irregular tenencia.
Las 8 horas de enfrentamiento en Quinta Crespo concluyeron con la muerte de 5 “colectivos”, entre ellos José Odreman, quien recibió 32 disparos y pasó de ser un personaje fotografiado al lado de Maduro, Cilia Flores, Robert Serra, generales y otros miembros del alto gobierno, y de aparecer elogiado en el canal militar TV FANB, a ser calificado de “asesino” y “delincuente”: “No se trata de colectivos, eran grupos organizados dedicados al robo, secuestro y homicidios en el área metropolitana”, dijo el subdirector del Cicpc. Sin embargo, Richard Sánchez, policía y hermano de Odreman, desmintió al Cicpc: dice haber revisado en el Sipol el expediente de su hermano y de Maikol, y “ninguno de los dos tienen solicitud por homicidios”. Las contradicciones son indigeribles. Mientras los vecinos del Manfredir niegan que “colectivos” se enfrentaran al Cicpc y acusan al cuerpo policial de “limpiar la escena del crimen”, el Cicpc lo niega y repite que estos “colectivos” serían delincuentes de la peor ralea. Maduro no ha emitido palabra sobre tan graves hechos.
La ficción de la escritora Mary Shelley sobre el desquiciado “científico” Victor Frankenstein en su búsqueda del secreto de la vida y asesinado por su monstruosa creación, parece haberse hecho realidad en Venezuela. Los “colectivos” tendrían más poder de fuego que los organismos de seguridad, incluida la FAN, y han sido usados por el régimen para atacar manifestaciones pacíficas, amedrentar testigos en las mesas electorales y otras acciones delictivas. Aunque por ahora la sublevación parece sofocada (durante el funeral de Odreman en Cotiza los integrantes del colectivo “5 de Marzo” emitieron un comunicado en el que ya no responsabilizan al ministro Rodríguez Torres de las muertes de los colectivos, sino a la CIA), lo cierto es que el régimen les ha dado un poder enorme que no parece estar en condiciones de controlar. Lo terrible es que también los cuerpos de seguridad y los demás poderes públicos, nacidos para ser guardianes del orden y la seguridad, se han convertido en enemigos de la justicia y de los derechos ciudadanos. Así que frente a tanta violencia incontrolada, tanto caos y tanto silencio cómplice, Venezuela es víctima de numerosos frankenstein, entre ellos quienes piden a Maduro rechazar el mandato de la ONU de liberar a Leopoldo López.