Dámaso Jiménez: Una economía de comiquita

Dámaso Jiménez: Una economía de comiquita

thumbnaildamasojimenezTengo que confesarles que me resulta tan anormal como inquietante la forma en que el presidente Maduro presume de ostentar  el control de una economía tan próspera como falsa. Una economía de comiquita.

Como el coyote Willie que dedica su existencia en errar una y otra vez en esfuerzos vanos por atrapar un inútil correcaminos y hacer creer que es un genio ungido, así Maduro intenta vagamente hacer creer que ahora si vamos por buen camino cuando en realidad estamos cayendo por un despeñadero.

Es una metáfora, como aquel vértigo que se aloja en nuestras espaldas cuando los precios del crudo pasan de 100 a 77 dólares el barril en menos de 4 meses, con amenaza de hacer nido en ese nivel por al menos dos años debido a que Arabia Saudita apuesta al petróleo barato, justo cuando éramos muchos y la abuela implosionó. Entonces escuchas del fondo de este rancho-país cuyo techo se nos viene encima, ese tono despectivo y bravucón en cadena: “Que llegue a 40 dólares que importa, seguiremos prosperando”.





Y pensar que ya no hay protestas en la calle, pero la desesperación continúa latente. El gobierno sigue celebrando la expansión de las captahuellas pero no pudo con la escasez y el contrabando, presenta cifras donde el delito fue erradicado de raíz, a continuación el ministro y su presidente se felicitan entre sí porque ya no hay secuestros, pero la inseguridad que prolifera en las oscuras calles venezolanas se lleva más gente que el ébola en el África.

¿Por qué Maduro y Diosdado se niegan a reconocer que el país sufre por sus indecisiones en materia económica?

El economista e investigador Jesús Cacique tuiteó esta semana que  según la página 65 del informe actualizado “Perspectiva Económica Mundial del FMI”, la inflación 2014 para Venezuela será de 64,3% con un PIB de -3%, lo que a su juicio tiene nombre de “Estanflación”.

Otro analista, profesor universitario de LUZ y asesor financiero, Alfredo Gordon, nos dice que a pesar del estado de negación y de indisposición en que se encuentra el gobierno para reconocer la dura realidad venezolana, la inflación cerrará este año más cercano al 75 %, lo que terminará tragándose cualquier irónico deseo de “feliz navidad y próspero año nuevo 2015”, con un decrecimiento de 2.5% por cuarto semestre consecutivo dándonos contra la pared por las pérdidas irreparables que generan las cifras en rojo bajo la actual administración. Desde el 7 de octubre las Reservas Internacionales no logran superar la barrera de los 20 mil millones de dólares, justo la cifra de lo robado por las empresas de maletín a Cadivi.

Si Luis Herrera alguna vez recibió un país hipotecado en el marasmo de la cuarta república ahora estamos en quiebra. Llegó el momento de reconocerlo.

El país está paralizado ante los embates de un proceso de recesión y estanflación nunca antes vistos en nuestra corta historia republicana. Maduro debería leerlo al menos en la reciente encuesta de Datanálisis en el que su gobierno alcanza su nivel más bajo de popularidad con una desaprobación de 67,5%. La encuesta filtrada a la prensa y culminada el pasado 7 de octubre demuestra que el gobierno pierde aceleradamente adeptos en el chavismo.

El infausto gobierno de Maduro parece estar en problemas mucho más serios que lo que ellos mismos están dispuestos a reconocer, con una economía díscola, trastornada, desquiciada y alterada por los necios intentos de imponer un sistema comunista inviable, un control de cambio tan descontrolado como monstruosamente corrupto, una destrucción cruel del aparato productivo,  expropiaciones y cierres de miles de empresas, ocultamiento de cifras de PDVSA, BCV y Fondos de la República, excesivo endeudamiento y por supuesto la traidora política de regalar petróleo a los amigos de la revolución, único producto de exportación que generaba divisas para la nación

Previendo situaciones lamentables como esta que podrían desestimular la fe en el “proceso” y generar un hondo malestar en la población, fue que se crearon los grupos paramilitares de choque y colectivos armados capaces de confrontar y perseguir a quienes se atrevieran a mostrar su descontento con la forma indebida como se han venido haciendo las cosas todos estos años, pero los últimos acontecimientos dan cuenta de que han decidido deshacerse de todo el peso posible, quién sabe con qué propósito, porque ninguna de las decisiones apunta a tomar en serio la grave crisis de ingobernabilidad que ya vive entre nosotros.

Sin embargo ya sabemos que para los principales actores de este desastre, todo el que les ha pedido retomar el tema del aumento de la gasolina, o de la devaluación de la moneda para el 2015, o la apertura de nuevos mercados o la eliminación del control de cambio, o la dolarización de la economía, está conspirando.

Arrogancia, arrogancia y más arrogancia, diría Miranda. El tiempo se agota.

@damasojimenez