El arquitecto Frank Gehry aseguró hoy que el 98 por ciento de los edificios que se hacen en el mundo son “pura mierda” y respondió con el gesto ofensivo al preguntarle qué opina de aquellos que consideran que sus obras no pasan de ser arquitectura espectáculo.
Gehry había llegado minutos antes a Oviedo, donde mañana recogerá de manos del Rey Felipe VI el Premio Príncipe de las Artes 2014, galardón que le fue concedido como autor de una obra “virtuosa e innovadora” que, al margen de su excelencia estética, incluye edificios como el Museo Guggenheim de Bilbao.
Tras marcarse unos pases de baile al ritmo de las gaitas con las que fue recibido en Oviedo (norte), el arquitecto ofreció una rueda de prensa en la que reaccionó con enfado a las primeras preguntas que se le hicieron, actitud por la que se disculpó después y que achacó al aturdimiento provocado por el viaje.
“Me ha pillado descolocado y tuve esa reacción”, dijo señalando al periodista que le había preguntado sobre la arquitectura espectáculo, cuestión a la que respondió haciendo una “peineta” (levantó el dedo corazón de la mano con el resto cerrados).
Gehry añadió que él no pide a nadie que le contrate, que no tiene publicistas ni agentes y que sólo hace lo que le piden clientes que sienten respeto por el arte al que se dedica.
Previamente, había asegurado que “en el mundo en que vivimos, el 98 por ciento de los edificios que hacen son pura mierda, son malditos edificios sin sensación, ni sentido del diseño, ni respeto por la Humanidad”.
En su opinión, hay muy poca gente capaz de hacer algo relevante en este campo y solo, de vez en cuando, “algunas personas hacen algo especial”.
Nacido en Toronto en 1929, pero con nacionalidad estadounidense, donde reside desde los 15 años, Gehry afirmó que a sus 85 años sigue adorando su trabajo como arquitecto, pero que no puede decir cuál de todas sus obras es su preferida.
“En Bilbao (norte de España) experimenté una sensación fantástica con la ciudad”, precisó al referirse a la construcción del Guggenheim, con un presupuesto muy modesto, pero que ha originado unos beneficios tremendos.
En su opinión, hay edificios que por sí solos son capaces de marcar diferencias en una ciudad, como pasó con su obra de Bilbao, una de las primeras que hizo en Europa, con la Ópera de Sidney, o en su día, con el Partenón de Atenas.
El Guggenheim cambió una “ciudad triste” con una industria del acero y un puerto en declive por otra en la que los vecinos se sienten orgullosos y se consiguió, según Gehry, “con un precio muy modesto y nada pomposo”.
Considerado uno de los más destacados representantes de la corriente deconstructivista de Estados Unidos, Gehry abogó por “cierto nivel de caos y desorganización visual” en una época en la que se valora la democracia y la libertad de expresión, que conlleva que no todo el mundo esté de acuerdo con los demás.
El creador del Museo Aeroespacial de California (1982-1984), que le valió ya en 1989 el Premio Pritzker, es el sexto arquitecto que recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. EFE