Nos cayeron las “siete plagas de Egipto”. Guayana, la que llegó a ser “la alternativa no petrolera de Venezuela”, la que aportaba por sí sola el 40% del PIB no petrolero del país (unos 8 mil millones de dólares pese a la baja de precios mundiales de los “commodities” en ese tiempo), la segunda fuente de divisas para la nación, la que se ufanaba de ser “la ciudad moderna y planificada”, con muchos elementos especiales de calidad de vida. Guayana, de donde salía el 70% de la energía eléctrica (limpia, barata, confiable) para mover todo en Venezuela, la que colmaba de productos de acero (cabillas, alambrón, planchones, laminados, hojalata, tubos) y aluminio (lingotes, pailas y laminados) al resto de la industria venezolana transformadora y manufacturera, y además exportaba cientos de miles de toneladas de esos productos por año. Guayana, la de la colosal siembra de 400 millones de pinos Caribe. Guayana la del Oro.
¿Qué queda de todo aquello tras 15 años de “robo-lución-involución”?. Ya casi no exportamos nada. Apenas algo de mineral de hierro simple (menos de la mitad de antes) y una que otra cosita eventual. En cambio importamos hasta pellas, tubos petroleros, aluminio primario, productos de acero. En conjunto, la producción industrial de Guayana es apenas 30% de lo que solía ser e incluso menos. Se perdió el 70% (y hasta el 80% en algunos casos) de la capacidad de producción. Todas las empresas arrojan enormes pérdidas y dejaron de ser autosustentables. Todo es precariedad. Dependemos, como nunca antes, del rentismo petrolero. El retroceso en soberanía nacional productiva es inimaginable: ahora es bastante menos de la mitad de otrora el procesamiento y transformación de materias primas y productos primarios, es decir, menos valor agregado y menos independencia nacional. Es doloroso cuanto retrocedió el progreso y el ascenso social de las decenas de miles de familias trabajadoras. Los salarios se vuelven “sal y agua”, se han perdido beneficios socio-económicos. Firmar contratos colectivos cuesta “sangre, sudor y lágrimas”, además de años de ilegal congelamiento porque el patrono gobierno los quiere eliminar y porque hacer que el trabajador dependa de una dádiva gubernamental sería, según ellos, los jerarcas rojos enriquecidos groseramente, “socialismo”.
La ciudad se ha deteriorado gravemente y ahora nos amenaza un desastre sanitario y ambiental por la dejadez, la indolencia y la improvisación del gobierno nacional, del (ex) ministerio de Ambiente, ahora “EcoSocialismo”, de la gobernación y la alcaldía. En el “servicio” (es un decir) de aseo urbano y en el manejo de los “botaderos” de basura, ya que el viejo, es decir, Cambalache, hace muchos años dejó de ser un “relleno sanitario” y es una terrible fuente de enfermedades, contaminación y miseria, mientras un supuesto “nuevo” vertedero no es mas que un “peladero” sin nada, donde la Gobernación ni Min Ambiente no hicieron nada durante mas de tres años para que estuviera apto para esa función.
Ni fosas, ni carretera, ni cerca perimetral, ni obras para el tratamiento adecuado de los desechos. Tampoco alguna edificación para la administración. Menos que menos alguna previsión para reciclaje. Nadie sabe si hubo estudios de suelo, de aguas. Dirán que si, pero es significativo que no lo mostraron. Tampoco había alguna previsión presupuestaria. Tal parece que lo único que hicieron en tres años desde que la Ley les asignó esa función fue “meterle el ojo” al sitio. El día que se decretó, bajo presión de la protesta popular, que se cerraba el viejo Cambalache y empezaba a “funcionar” el nuevo “Las Margaritas”, a la carrera metieron máquinas por vez primera para abrir una trocha de tierra para el acceso y medio limpiar un peladero donde los camiones tiraban la basura. “Como vaya viniendo vamos viendo”
La alcaldía permitió que se deteriorara tanto el Aseo Urbano, que apenas funcionan 8 camiones compactadores, para una ciudad de un millón de habitantes y un eje urbano de 40 kilómetros de largo. El resto es un “cementerio” de camiones deteriorados, “deshuesados”, inservibles. No hay plan municipal. No hay presupuesto. Ni siquiera le reclaman al gobierno nacional por “birlarse” buena parte de lo que debía ser el presupuesto municipal correspondiente al Situado Constitucional. Por todos lados hay calles, avenidas y carreteras convertidas en “cambalachitos”, donde todos tiran la basura y nadie limpia ni recoge. Moscas, alimañas, olores putrefactos. Ni siquiera el intento de tener una estación de transferencia.
¿Y el gobierno nacional? ¿Alguien sabe que alguna vez la “revolución” se haya ocupado del asunto?. Ni Presidente ni ministros. Nadie se ocupa. Aquí apenas existía una oficina de Min Ambiente. En otra época CVG tenia técnicos y equipos que asumían esas tareas, elaboraban proyectos y planificaban. Esta “revolución” que habla de “ecosocialismo” no solo eliminó Min Ambiente sino que jamás tuvo interés en saber que pasaba ni en hacer algo.
Todos son responsables. Todos son culpables. El colmo de los colmos es el interminable e inútil pleito entre el gobernador y el alcalde, ambos rojos rojitos, que ni se hablan, ni cooperan entre si y, por el contrario, cada vez que pueden se dan zancadillas. Cada uno juega al fracaso del otro. Solo disputan por el poder sin que les importe la ciudad ni quienes vivimos en ella
Otro asunto preocupante es que no solo se trata, ahora, del “nuevo” botadero y la lucha que deberemos dar los ciudadanos para que exista un verdadero y moderno relleno sanitario con programas de primera en reciclaje. Es también que el “viejo” Cambalache no ha dejado de ser un serio problema de salud pública aunque en lo adelante no se bote mas basura allí. Sanear aquel infierno es otra prioridad. Lograrlo será mas difícil dada la conocida indolencia de las autoridades.