El empleo de la lógica militar y del militar como motores del sistema político y actores principales del gobierno desde 1999 hasta noviembre de 2014, es una ofensa a la ciencia política, es un ejercicio errático de la fuerza en la política, pero es definitivamente una macabra maniobra de un equipo de políticos facciosos, quienes han colocado sobre los hombros del elemento armado venezolano la responsabilidad del fracaso del chavismo y postchavismo. Ese capricho del gobierno chavista y postchavista de usar al elemento militar en funciones de gobierno, desarticuló una institución que después de 100 años había logrado por la vía de la secularización un sólido profesionalismo.
Lo lógica militar empleada en el espacio político -imposición del gobierno y aceptación de la Cúpula Militar al mando de las fuerzas y del Ministerio de la Defensa- es un atrevimiento, es una insensatez, pero sobretodo un desatino del cual es responsable el poder político y la Cúpula Militar Insolvente, Sometida y Claudicante. Ambos, el gobierno y las Cúpulas Militares a espaldas de la gran mayoría de la sociedad venezolana, han tolerado y potenciado el proceso político que ha venido ocurriendo a partir de 1999 y aceptan el surgimiento de un autoritarismo competitivo, la presencia de un régimen híbrido que tiene como características propiciar el populismo, violar la Constitución e intentar una Hegemonía Ideológica en detrimento de la democracia del país.
La lógica militar es el empleo de la doctrina, de la dialéctica y del método militar de gobierno y control de una institución cautiva, estratificada y lineal. Institución en la cual la verticalidad y el mandato constituyen el modo principal para accionar e incidir sobre los diferentes elementos que constituyen la organización militar. Y esa lógica militar, es la que ha venido ocupando espacios para ejercer el gobierno de los venezolanos y de su sociedad, con la consecuencia de que sobre los hombros del componente militar se refleja el fracaso de tal lógica.
La lógica militar empleada sobre el cuerpo societal venezolano por los militares que intentan gerenciar lo que no saben, lo que no entienden pero sobretodo lo que la gente rechaza está demostrando el fracaso tanto del gobierno como del elemento militar. Es decir, los venezolanos no entienden, pero además no aceptan, que un hombre que ha sido formado para la defensa quiera imponer los modos militares, la mística militar y los procedimientos militares en una sociedad que por naturaleza es diversa y antagónica.
Lo lógica militar obviamente resulta inapropiada e inconveniente para dirigir ministerios, para cumplir funciones en política internacional, para gerenciar institutos autónomos, pero es totalmente absurda para organizar actividades del cuerpo social. El cuerpo social, el tejido social, es toda una complejidad y requiere y existen para eso procedimientos ciencias y técnicas como operadores debidamente adiestrados los cuales terminan por organizar, conducir, vincular y relacionar al ciudadano como el factor más importante de la sociedad.
La lógica militar lo que ha hecho es crear un profundo rechazo y animadversión sobre el hombre uniformado, a quien la sociedad identifica como el responsable de las políticas impuestas por los políticos y Cúpula Militar sobre el componente social.
La lógica militar practicada hoy en Venezuela se acerca al líder caudillo, es decir, a la expresión más pobre y primitiva del liderazgo, a quien se sigue por cooptación o por ignorancia y el pueblo de Venezuela aún, en esta regresión democrática como sociedad, demanda que los líderes. Líderes que sean promotores, innovadores, líderes emergentes, entendiéndose ellos mismos, como sujetos con sobrada ética y con conocimientos sobre la política y el ejercicio del poder que bien sabrían conducir tareas de organización y de ordenamiento sobre el cuerpo social de manera cívica. Pero además, con características de líderes civilizados, que tienen como centro al individuo y le guardan la consideración propia de ciudadano.
La lógica militar es una expresión del primitivismo político, del chavismo y del postchavismo y la sociedad venezolana decretó su fracaso. Quienes como gobierno y poder político han venido actuando desde 1999 hasta 2014 y decidieron utilizar al elemento militar como agente de cambio erraron en una decisión que pone de espaldas la condición profesional del elemento militar y su central responsabilidad de institución para fortalecer al Estado y cumplir la función de defensa cuando la República lo requiera.
La lógica militar empleada durante los últimos quince años constituye la peor decisión de los políticos y la más grave irresponsabilidad de las cúpulas militares insolventes, sometidas y claudicantes que parecieran que, en una regresión sin sentido fundándose en la virtud militar, se imaginaron “padres de la patria”.
Esa lógica militar retrograda ha permitido que militares atrevidos e inescrupulosos invadan espacios y ocupen puestos que no le corresponden desplazando a calificados ciudadanos venezolanos que sí saben de gobierno, que sí saben de política y que están dispuestos a contener el militarismo que hoy vive Venezuela.
La lógica militar como fracaso produce tres grandes y graves consecuencias en el sistema político venezolano: la desprofesionalización y confusión del elemento armado con una alta ingobernabilidad; la falta de apresto operacional y capacidad táctica militar que compromete la seguridad militar de la República; y en tercer término, el rechazo y crítica lacerante de muchos ciudadanos venezolanos sobre un elemento militar en el cual la responsabilidad de lo acontecido reside sobre las cúpulas militares débiles que no han querido ejercer la ética militar para contener al poder político y más que eso, para salvaguardar el prestigio, dignidad y honra de los laureles de la República.