El domingo próximo, 9 de noviembre, se cumplirán 25 años de una histórica rueda de prensa en la que el ministro-vocero del gobierno comunista de la RDA (República ¡DEMOCRÁTICA! Alemana o Alemania Oriental) Gunter Schabowski se “equivocó” (Si, Luís) al anunciar frente a los corresponsales extranjeros pero también ante la TV y la radio oficial (única que existía) que “de inmediato” entraba en vigencia una ley nueva que permisaba a los ciudadanos de ese país a trasponer libremente los puntos de control del Muro de Berlín y pasar las fronteras. ¿De inmediato? ¿No iba a ser algo progresivo y controlado con cupos y permisos especiales tras una incorregible e inmanejable crisis económica que ya la URSS no podía subsidiar y tras el inocultable malestar popular?.
Nadie lo podía creer. Ni los periodistas extranjeros, ni los 12 mil militares a cargo del Muro, los que por 20 años tuvieron la orden (y la cumplieron a rajatabla) de disparar a matar a quien intentara saltar el Muro para huir del “mundo feliz de la RDA” hacia el malvado y explotador oeste capitalista. Tampoco lo podían creer los atónitos ciudadanos que, sin embargo, decidieron correr el riesgo y en sucesivas oleadas de cientos, de miles, de decenas de miles, corrieron hacia el “Charlie checkpoint”, el mas relevante punto de control o puerta de entrada y salida del Berlin Este y el Berlín Oeste. Los relatos de los soldados de guardia aquel día son impactantes. ¿Qué hacemos? ¿Disparamos? ¿Es verdad que el ministro dijo que se podía pasar al otro lado? Cuentan que finalmente un asustado coronel dijo que si, que abrieran. Y que no, que no dispararan.
En pocas horas comenzó a caer, derribado aquí o allá, el Muro de hormigón y concreto armado que se extendía a lo largo de 155 kilómetros, de casi 4 metros de alto y 45 mil secciones independientes de metro y medio de ancho, con sus alambradas de púas, sus 600 perros cazadores, sus profundas fosas con afiladas cabillas y sus 186 torres de vigilancia.
El mundo no lo podía creer. Las televisoras de la Alemania Oeste y de todo el mundo corrieron a registrar el asombroso hecho histórico. Decenas de miles de familias comenzaron a reencontrarse. Los abrazos, la música, los conciertos. La incertidumbre. Los ojos que descubrían un mundo diferente, con luces y variedad. El “gobierno” de la RDA se apresuraba a prometer “elecciones y prensa libre”. En pocas semanas ya no existirían como institución gobernante. En la RFA (República Federal Alemana) el gobierno, el parlamento y los partidos entraban en shock. ¿Qué hacer? ¿Cómo asumir el drama de esos centenares de miles, millones, de “nuevos ciudadanos” a los que debía proveerles servicios, ¿empleo?. Tanto que lucharon por ese momento y ahora se topaban de frente y “sin anestesia” con el espinoso asunto de la reunificación.
Ya antes los obreros polacos del sindicato Solidaridad habían derribado la dictadura militar del “Partido Obrero Unificado” (¿?) de la República “Popular” de Polonia. Y algo similar ocurrió en Hungría. Pronto, tras la caída del Muro de Berlín, vendría la “revolución de terciopelo” en Checoslovaquia, 20 años después que los tanques y tropas soviéticas invadieran y aplastaran a sangre y fuego la “Primavera de Praga”. Finalmente, en 1991, la desaparición de la Unión Soviética. Algunos años mas tarde, el reformista Deng Xiao Ping tomaría el control del partido comunista y el gobierno de China para poner fin al modelo económico maoísta aunque manteniendo la dictadura del partido único. Las reformas también se impusieron en Vietnam. Solo quedaron dos dinosaurios: Fidel Castro y Kim Il Sung, controlando policial y militarmente a Cuba y Corea del Norte. El primero daría en herencia el gobierno a su hermano Raúl y el segundo a hijo Kim Jong Il y éste luego al nieto Kim Jong Un. Dinastías hereditarias cual reyes absolutistas de la Edad Media.
Este relato hay que hacerlo porque en el gobierno de la “involución” venezolana, muchos no se han enterado que ya no existe el Muro de Berlín. Ni la URSS. Uno los escucha con toda la arrogancia de los que hablan “en nombre de la historia” decir que su “modelo”, el del estatismo salvaje, la economía totalmente controlada por la burocracia estatal, el país del “partido único, el hombre nuevo y la suprema felicidad” es un hecho inevitable de la historia humana” y no queda mas remedio que pensar: ¿Será que no han leído la noticia de la caída del Muro de Berlín?. Este domingo se cumplen 25 años aunque en VTV ni en el resto del latifundio de medios del gobierno, no le dediquen ni un minuto.
TIP 1: Los “patriotas cooperantes”, es decir, los “sapos cooperantes”, deberían mirar la película “La vida de los Otros”, la que en Cuba, con chistes en voz baja llaman “La Vida de NOSotros”. Prestarse al trabajo sucio de ser “sapos”, delatar a sus familiares y vecinos es una porquería aunque se los disfracen con fanatismos “en defensa de la revolución”. ¿Cómo harán después? ¿Creen que el poder y la impunidad son eternos? ¡Si cayó el todopoderoso Muro de Berlín!.
TIP 2: Además, ¿cuál revolución?. ¿La que nos tiene importando petróleo, gasolina, acero, aluminio, café, leche, etc tras la ruina económica del “modelo”? ¿La de ministros privilegiados usando aviones de Pdvsa para que viajen sus familiares y empleadas domésticas? ¿La del cadivismo rojo y los 30 mil millones de dólares birlados a empresas de maletín de socios y testaferros boliburgueses? ¿La que nos tiene con inflación de 70% y “aumento” (¿?) de salario mínimo de 15%?.
TIP 3: Importante. Muy importante. El cambio que se observa en los organismos internacionales como la ONU. La sesión de ayer del Comité contra la Tortura de la ONU fue de impacto. Las duras y claras preguntas de los expertos demuestran que saben de lo que ocurre en Venezuela. El gobierno tuvo que “esconder” a la ministra Varela y enviar al hijo de JV Rangel para suavizar el reproche. Sigan los informes de las ONG como Espacio Público, CDH Ucab y Provea. Miren los reclamos de Amnistía Internacional.
TIP 4: José Ignacio Acevedo. Va por aquí también nuestra palabra de solidaridad y aliento a familiares y amigos de José Ignacio, personaje de tesón amigable y conciliador, cuyo rol los últimos años en la Unidad Democrática fue muy valioso, además de las funciones como servidor público a lo largo de su vida. Además de todo eso que es público y notorio, nosotros le conocimos y compartimos con él cuando actuó como directivo de aquel Tucanes de Guayana del béisbol profesional de la Liga de Verano que tantas satisfacciones nos brindó en la región los años que duró.