La decapitación del cooperante estadounidense Peter Kassig y de 18 soldados sirios provocó un sentimiento de horror en todo el mundo, y los países de la coalición reafirmaron su determinación a acabar con el grupo Estado Islámico (EI).
La Casa Blanca confirmó la autenticidad del video difundido el domingo y que muestra la cabeza del joven rehén estadounidense de 26 años después de ser ejecutado por los yihadistas.
Es “un acto de maldad absoluta llevado a cabo por un grupo terrorista al que el mundo considera, con toda la razón, inhumano”, denunció el presidente estadounidense, Barack Obama.
Otros dirigentes condenaron también estas ejecuciones, que según la jefe de la diplomacia europea Federica Mogherini son “una nueva ilustración de la determinación del Estado Islámico a continuar su programa de terror”.
La italiana reafirmó este lunes que la Unión Europea (UE), varios de cuyos países participan en los bombardeos contra el EI en Irak, seguía “plenamente comprometida a luchar” contra los yihadistas en este país y en Siria.
Más allá de las ejecuciones, diplomáticos y expertos se interrogaban sobre el formato inédito del video difundido por el órgano mediático de grupos yihadistas Al Furqan.
Es totalmente diferente de las grabaciones anteriores del EI anunciando las ejecuciones de los cuatro rehenes occidentales decapitados desde mediados de agosto: los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff, y los cooperantes británicos Alan Henning y David Heines.
– A cara descubierta –
De mayor duración, este video de 15 minutos comienza por la afirmación de la voluntad del EI de extenderse más allá de Irak y Siria, donde proclamó un “califato” en las regiones bajo su control.
Muestra también, a través de primeros planos e imágenes a cámara lenta, la decapitación simultánea de 18 “soldados de Bashar (el Asad)”.
Por primera vez los yihadistas aparecen con el rostro descubierto. Algunos tienen rasgos asiáticos y otros, europeos.
De hecho, el ministerio del Interior galo afirmó este lunes que había “una alta probabilidad” de que uno de uno de ellos fuese “ciudadano francés”, y el padre de un estudiante británico, Naser Muthana, indicó que su su hijo de 20 años se se parecía mucho a uno de los verdugos.
Otra de las diferencias del vídeo es que el rehén no aparece vivo en ningún momento y no se profieren amenazas contra ningún otro occidental retenido.
“Estamos enterrando al primer cruzado estadounidense en Dabiq [ciudad del norte de Siria]. Y esperamos con impaciencia la llegada de los otros soldados para que sean degollados y enterrados aquí mismo”, amenaza el hombre, éste sí enmascarado, que habla con la cabeza de Kassig a sus pies.
El acento británico del verdugo podría indicar que se trata de quien la prensa anglosajona apodó “Jihadi John”, presunto asesino de Foley y de Sotloff.
Los padres del Kassig aseguraron el domingo que tienen el “corazón roto” al saber que su hijo “perdió la vida por su amor al pueblo sirio y su deseo de aliviar su sufrimiento”.
El joven, un exsoldado que combatió en Irak, fundó en 2012 una organización humanitaria y al año siguiente fue secuestrado en Siria.
El EI vinculó el asesinato de Kassig al envío de nuevo personal militar norteamericano a Irak para ayudar a las tropas iraquíes contra los yihadistas.
“Ustedes fingieron retirarse de Irak hace cuatro años (…). En realidad, solo escondieron algunas de sus tropas (…) Las que fueron retiradas han vuelto todavía más numerosas”, denuncia en el vídeo el hombre enmascarado dirigiéndose a Obama.
Este último, que inicialmente era reticente a intervenir en la región, decidió recientemente iniciar una “nueva etapa” en Irak con el envío de 1.500 consejeros suplementarios.
El máximo responsable militar estadounidense, el general Martin Dempsey, llegó el sábado a Bagdad para discutir la nueva estrategia con las autoridades iraquíes.
Aunque descartan el envío de tropas terrestres, Estados Unidos y sus aliados de la coalición aumentaron recientemente la frecuencia de sus bombardeos, lo que permitió al Ejército de Irak recuperar el enclave petrolero de Baiji.
AFP