Oranjestad, ARUBA—Los lectores frecuentes de esta columna recordarán que en julio Estados Unidos solicitó a las autoridades locales el arresto y la extradición del general venezolano Hugo Carvajal por sospecha de tráfico de drogas con las guerrillas colombianas. Carvajal fue detenido pero Holanda intervino, rechazó el pedido de extradición y lo dejó en libertad.
El general había sido enviado para ser el cónsul venezolano en la isla y difundir propaganda bolivariana. Habría sido una importante detención de inteligencia para EE.UU. Por ello, no fue muy sorprendente que el ministro de Relaciones Exteriores venezolano de entonces, Elías Jaua, y la esposa del presidente Nicolás Maduro, Cilia Flores, celebraran la decisión de Holanda recibiendo el avión en el que regresó Carvajal a Caracas.
La tercera persona de alto nivel en el comité de bienvenida en el aeropuerto —el gobernador del estado Aragua, Tareck Zaidan El Aissami Maddah, parecía fuera de lugar porque no pertenece al gobierno nacional. Bueno, eso si no toma en cuenta su currículum: parte maestro de las relaciones con Medio Oriente, parte revolucionario cubano honorario y parte chavista altamente ambicioso, El Aissami es el sueño hecho realidad para Teherán y La Habana. Eso lo convierte en un hombre influyente en Venezuela.
Aunque el presidente Barack Obama es presionado por activistas de izquierda para cambiar la política de EE.UU. hacia Cuba antes de la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en abril en Panamá, sus opciones son limitadas por leyes que requieren la aprobación del Congreso para realizar cambios. No obstante, una decisión importante en sus manos es si eliminar a Cuba de la lista de estados que patrocinan el terrorismo del Departamento de Estado de EE.UU. Antes de que el presidente haga eso, los estadounidenses deben estar al tanto de las acusaciones de un analista de seguridad de la región sobre el trabajo de El Aissami a favor del islam radical y respaldado por Cuba.
Occidente está bien al tanto de la creciente presencia del fundamentalismo islámico en América, pero las autoridades podrían estar subestimando la amenaza. Joseph Humire es un analista de seguridad y coeditor de Iran’s Strategic Penetration of Latin America(algo así como La penetración estratégica de Irán en América Latina), un libro publicado este año. En una entrevista la semana pasada en Nueva York, Humire describió el progreso considerable de Irán, a lo largo de tres décadas, en establecer operaciones en la región.
Las etapas iniciales del proceso incluyeron agentes clandestinos que usaron mezquitas para hacer conexiones al interior de las comunidades musulmanas y luego aprovecharon esas relaciones para acceder a riqueza y ganar prominencia política. En los lugares donde estas primeras incursiones han sido exitosas, señala Humire, Irán ha abierto embajadas y establecido acuerdos comerciales que permiten a los agentes crear negocios, que pueden ser utilizados como fachadas para operaciones encubiertas.
En Venezuela y Bolivia, Irán ha dado un paso más, al desarrollar una presencia militar a través de acuerdos conjuntos en las industrias de defensa. En Venezuela, la zona cero de esta actividad es el estado Aragua, donde El Aissami es el gobernador.
La Habana aplaude la intervención islámica. Desde el surgimiento del chavismo, Cuba ha proporcionado servicios de inteligencia a Venezuela y sus aliados regionales, principalmente Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Humire dice que también ha suministrado tecnología de la información para pasaportes, lo que les ha permitido a estos países tramitar documentos a personas de Medio Oriente, otorgar documentos nuevos y mantener en secreto sus verdaderas identidades. Cuba ha utilizado esta capacidad para intercambiar información con países afines, incluidos Rusia e Irán.
Criado en Venezuela por un padre musulmán nacido en Líbano y adoctrinado por el movimiento estudiantil de izquierda Utopía 78 en la Universidad de los Andes, fue ministro del Interior entre 2008 y 2012. Según un informe de junio de 2014 del Center for a Secure Free Society, con sede en Washington, del que Humire es director ejecutivo, “autoridades regionales de inteligencia” creen que la oficina de El Aissami utilizó tecnología de la información desarrollada por seguridad estatal cubana para otorgarles a 173 personas de Medio Oriente nuevas identidades venezolanas que son extremadamente difíciles de rastrear.
El informe, Canada on Guard: Assesing the Immigration Threat of Iran, Venezuela and Cuba (algo así como Canadá en guardia: evaluando la amenaza inmigratoria de Irán, Venezuela y Cuba), señala que autoridades de inteligencia de la región creen que entre “las personas de interés más notables” que recibieron documentos falsos de Caracas estaba Suleiman Ghani Abdul Waked, un importante miembro de la libanesa Hezbolá. El mismo informe, que cita entrevistas con autoridades de inteligencia latinoamericanas anónimas, sostiene que El Aissami ha construido “un conducto terrorista criminal que trae militantes islamistas a Venezuela y países circundantes, y envía fondos ilícitos de América Latina a Medio Oriente”. Humire me dijo que el gobierno venezolano calificó el informe como propaganda estadounidense.
Aragua es sede de Parchin Chemical Industries (PCI) y Qods Aviation, dos empresas de las fuerzas armadas iraníes que tienen sociedades con la industria militar venezolana, según Iran’s Strategic Penetration of Latin America. PCI es fabricante de explosivos, munición y propulsores para misiles. Qods es productor de vehículos aéreos no tripulados. Ambas compañías han sido sancionadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bajo la Resolución 1747.
El capítulo escrito por Humire señala que La Habana ahora “intenta cancelar su deuda con Irán” para recibir asistencia económica de Teherán. Esta ayuda sin lugar a dudas estará condicionada a un mayor acceso iraní a los países bajo influencia cubana, incluyendo Venezuela, dice el experto. Probablemente acudirán a El Aissami para que los ayude.
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Publicado originalmente en el WSJ