En los días, previos a la salida de la delegación de Venezuela, que iba a participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, en la ciudad mexicana de Veracruz, el Ministro del Deporte y el Presidente del Comité Olímpico Venezolano, anunciaron al país, con bombos y platillos, que iban a lograr 65 medallas de Oro y el tercer lugar en la tabla de posiciones. Basaron sus pronósticos, en el “extraordinario” apoyo que le ha brindado el gobierno revolucionario a la preparación de los atletas. No se han escatimado esfuerzos ni gastos, decían a los medios de comunicación.
Más allá de las medallas, ambos burócratas, pasaron por alto las numerosas dificultades que han tenido las diferentes disciplinas deportivas para medianamente poder cumplir con el desarrollo de sus programaciones: la falta de presupuesto para los Programas Operativos Anuales, las dificultades para la consecución de pasajes aéreos que permitieran la asistencia a los eventos internacionales, la clandestinidad y discrecionalidad en el manejo del Fondo Nacional del Deporte, el uso del deporte como mecanismo para el trafico ilegal de divisas, el retardo para la adquisición de divisas en Cadivi, la persecución contra las Federaciones Deportivas, la no homologación salarial de los entrenadores deportivos, el retraso en el pago de las becas a los atletas y el abandono de las instalaciones deportivas del país.
Además, los pronosticadores de oficio, se hicieron los locos, con resultados deportivos en los últimos años, que señalaban de manera inequívoca el estancamiento y atraso que hemos tenido en los eventos internacionales. Especial mención, merecen los Juegos Bolivarianos 2013, en donde, por primera vez en la historia, fuimos desplazados por Colombia del primer lugar. Hecho este, que se veía venir desde los Juegos Olímpicos 2012, donde se prendieron las alarmas debido al avance sostenido de Colombia frente a nosotros. Sin embargo, se hizo caso omiso a estas señales y por el contrario se continuó con el despilfarro del presupuesto deportivo, con construcciones de instalaciones deportivas que nunca llegaron a terminarse como es el caso del Estadio Iberoamericano de Maracay, las estafas a Cadivi y el cerco presupuestario a las Federaciones Deportivas.