La implosión de la Economia venezolana llegó. Llegó por el lado cambiario. El dogmatismo, la ignorancia, la incapacidad y la corrupción hicieron síntesis en el terreno cambiario y es así que el país ostenta hoy, a juzgar por la diferencia existente entre la tasa de cambio oficial y la del mercado negro, la distorsión cambiaria más grande que exista en el mundo. Ni siquiera países que atraviesan por graves conmociones políticas y militares como Siria, Irak y Afganistán, presentan una dislocación cambiaria del tamaño de la venezolana. La aceleración que ha adquirido en las últimas semanas el tamaño de esa distorsión supone unos niveles de inflación que harán palidecer los ya muy elevados del presente año. El 2014 luce bonito cuando se contrasta con lo que se está prefigurando para el 2015. Algunos esperan que la gravedad de la situación lleve por si misma a una rectificación profunda de las políticas económicas, con cambio y todo de equipo económico. Apuestan a que muy pronto, distinguidos economistas serán invitados a formar parte del gobierno para iniciar el viraje de 180 grados que se requiere. Simples ilusiones. El régimen no tiene capacidad alguna de hacer una corrección profunda del camino por el que viene. Las taras ideológicas, la corrupción, la incapacidad administrativa y la falta de liderazgo lo impiden. Además, si lo intentara, como su credibilidad es menos que cero, tampoco tendría ninguna posibilidad de éxito. ¿Quién creería en el anuncio de un nuevo programa económico dirigido a estimular la inversión privada que se hace al mismo tiempo que se insulta y amenaza a quienes supuestamente van a generar tal inversión? ¿Quién creería que la incorporación al gobierno de uno o dos tecnócratas sensatos va a cambiarle la dirección al mega desastre que se ejecuta? Pero, si no es así, ¿cómo reaccionará entonces el régimen a la enormidad de esta crisis? Con las mismas respuestas que ha venido dando hasta ahora, solo que de manera más acelerada y caótica: devaluaciones sucesivas, ajustes periódicos y desordenados de precios, anuncios y más anuncios, circo y más circo, cada vez de peor calidad. ¿Hasta cuándo podrá hacer eso? Hasta que actores políticos, liderando el enorme y creciente descontento popular, logren reemplazarlo. El deterioro económico por sí solo, no importa cuán agudo éste sea, no conduce a mecanismos automáticos de corrección ni a la caída del régimen. Para que la implosión cambiaria se traduzca en cambio efectivo del modelo económico y ultimadamente del régimen, se requiere la acción política de las fuerzas democráticas. La acción política es insustituible. Los que esperan que el régimen tenga capacidad de autocorrección se equivocan. Los que esperan que la crisis por si sola acabe con el régimen, también.
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