Divide et vinces, divide et impera, divide ut regnes. Julio César ejerció estas máximas prácticas como ningún otro en la historia del poder humano. Se trata de una práctica que cautivó la mente de Maquiavelo y que recomienda su ejercicio en la vida política. ¡Pero al Principe! ¡Al que detenta el poder! No a quienes tienen por meta conquistarlo.
Sembrar intrigas para dividir es parte de nuestra herencia latina. Ha sido estrategia de gobernantes como Napoleón para lograr la conquista de otras naciones.
En Venezuela, la oposición y el gobierno, ambos, están fragmentados. En el último es más lo que sabe que lo que se ve. La primera, es un fenómeno manifiesto que no podemos ocultar.
La Navidad es tiempo de paz. De encuentro. De unión familiar. Es tiempo de buenos deseos. Pero también de autoexamen. De reflexión. Reflexión. De reflexus: reflejo. De mirarnos en el espejo. De mirarnos a nosotros mismos. De meditar sobre lo que somos, lo que pensamos. Lo que decimos.
Los opositores, líderes y ciudadanos por igual, tienen… Tenemos una oportunidad de lograr un cambio sustancial. Divide y vencerás es lo que consciente o inconscientemente estamos logrando entre nosotros mismos. Los que estamos opuestos a la tiranía de los déspotas en el poder actual, y que tenemos esta verdad como certeza vital, no estamos siendo consecuentes con nuestra claridad de criterio.
El cambio sustancial al que aludo debe darse de modo personal. Cada persona, dotada como todas de razón, debe realizar, experimentar, sufrir, una transición de conciencia individual, para luego voltear hacia los demás en actitud racional y con voluntad determinada a y así aspirar y construir el cambio político; esto es: restaurar la libertad democrática y el imperio de la Ley.
Conozco personalmente a buena parte de los políticos de la oposición venezolana. Unos de la infancia. Otros de la universidad. Otros de la vida cotidiana. A los que están libres los veo y sigo de cerca sus actividades. Ello me ha ayudado en mi telos, en mi meta personal de formarme más una episteme (verdad) que una doxa (opinión) . La verdad que creo haber aprehendido, es que ellos, nuestros políticos, los de oposición, al igual que nuestros ejemplares estudiantes, están determinados a lograr el cambio político. A restaurar la libertad democrática.
Es incluso un asunto de física y psicología. Un asunto de economía del esfuerzo. Agota más gastar nuestra energía en dividirnos al apoyar a unos y despotricar de los otros, todos opositores al despotismo en el poder, que concentrar esa misma energía, con mayor esfuerzo, en lograr nuestro único objetivo, nuestra única meta: transitar en camino a la libertad democrática.
Avoquémonos a esto con todo nuestro ser. Dejemos de ser “almas de formato pequeño”, como diría Ortega y Gasset. Pasemos de ser sembradores de intriga a constructores de cambio. Busquemos ser almas magnánimas. De formato grande. Que este sea nuestro propósito personal y compartido para el año en puerta.