Esta es la increíble historia de una entrañable y nada sangrienta batalla navideña entre dos familias, una de Nueva York y otra de Canberra, Australia. Las dos pujan desde hace años por el récord Guinness de la residencia particular con más bombillas ilumindas estos días. Al cabo, la decoración navideña más desproporcionada y aparatosa del planeta, publica abc.es.
El año pasado, los inspectores de Guinness certificaron este prodigio: en la casa de los Richards, en Canberra (Australia), se contabilizaron 502.165 luces. Este año, sin embargo, los Gay (el padre, Tim; la madre, Grace, y sus tres hijos, Emily, Daniel y John), de Lagrangeville, New York, han roto esa marca con una cifra más asombrosa si cabe: 601.736 luces. Esta familia ya había figurado en el libro Ginness en 2012 (entonces con 346.283 luces), antes de que los Richards les desplazaran del trono.
Este despliegue ha necesitado dos meses de montaje en la propiedad de los Gay, una extensión de dos hectáreas alrededor de la casa. El trabajo incluye una selección de más de 200 canciones, que los visitantes pueden sintonizar en una frecuencia de FM de su radio mientras pasean por este «parque temático» iluminado. Para darnos una idea del trabajo que eso significa baste decir que la coreografía de luces que acompaña una canción de Coldplay necesitó 35 horas de programación en el ordenador.
«Mi familia está encantada de traer el récord mundial de regreso a los Estados Unidos, más aún porque hemos logrado casi 100.000 luces más que el récord anterior», ha dicho Tim estos días.
David Richards, abogado australiano, también ha entrado este año en el libro Guinness con otro récord espectacular: la iluminación más grande hecha jamás con luces LED. En concreto, 1,2 millones de luces (120 km de cables) en un centro comercial de Canberra. Este abogado ha montado la instalación con la ayuda de un ejército de voluntarios.
La instalación de los Richards, en 2013, incluía más de 50 kilómetros de cables con luces LED, animadas y sincronizadas con música.
Richards dice que los 75.000 turistas que pasaron por su casa en 2013 provocaron demasiadas molestias al vecindario, y que esta vez ha preferido dejarles tranquilos. Por eso esta vez ha cambiado de escenario.