La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, asume mañana su segundo mandato, que nace marcado por un grave escándalo de corrupción en la estatal Petrobras y una precaria situación económica que la obligará a aplicar impopulares ajustes.
Eduardo Davis/EFE
A la investidura han confirmado presencia los presidentes de Chile, Costa Rica, Paraguay, Uruguay y Venezuela y delegaciones de otros 70 países, que por ser el primer día de 2015 y un Gobierno “que continúa” han rebajado el nivel de representación habitual, según dijeron a Efe fuentes oficiales.
La única presidenta ausente entre los países del Mercosur será la argentina Cristina Fernández, quien sufrió una fractura en un tobillo y enviará en su lugar al vicepresidente Amado Boudou, lo que generó quejas de la oposición pues éste responde en tribunales a un proceso por presunta corrupción.
Muchos países latinoamericanos también serán representados en los actos por sus vicepresidentes, al igual que Estados Unidos y China, los dos principales socios comerciales de Brasil en el mundo.
Pese a los problemas que aquejan a Rousseff, reelegida el pasado octubre con una mínima diferencia de tres puntos porcentuales frente al opositor Aécio Neves, el clima durante la investidura promete ser de fiesta y se prevé que unas 30.000 personas asistan a los actos.
Sin embargo, el nuevo Gobierno comienza con un horizonte nuboso y ensombrecido por una economía al borde de la recesión y un escándalo de corrupción que tiene como blanco la estatal Petrobras y pudiera salpicar a decenas de políticos de la base oficialista.
La real dimensión de las corruptelas en la petrolera se conocerá a fines de febrero, cuando se prevé que la Fiscalía, responsable de la investigación, presentará la denuncia formal ante la justicia y desvelará el secreto judicial que hasta ahora impide conocer a los verdaderos implicados.
Aún así, la certeza de que entre ellos hay miembros de la base oficialista le dificultó a Rousseff la formación del Gabinete para su nuevo Gobierno, debido al riesgo, admitido por la propia jefa de Estado, de nombrar entre sus ministros a algún político corrupto.
Los primeros días del nuevo mandato de Rousseff también traerán precisiones sobre el tamaño del ajuste fiscal que ella misma ya ha anunciado que tiene entre sus planes para recuperar el camino del crecimiento, que este año será casi nulo, y combatir una inflación que se sitúa en torno al 6,5 %.
Según fuentes oficiales, el marco de los planes económicos del nuevo Gobierno será delineado mañana mismo por Rousseff, durante el discurso que pronunciará en el Congreso inmediatamente después del juramento de rigor.
Los actos comenzarán a las 14.30 hora local (16.30 GMT), con la llegada de Rousseff a la Catedral de Brasilia, situada en el inicio de la Explanada de los Ministerios, una avenida en la que se sitúan todos los edificios del poder público y en cuyo extremo opuesto están la sede del Congreso y el Palacio presidencial de Planalto.
Frente a la Catedral, Rousseff iniciará un recorrido por la avenida en un Rolls Royce “Silver Wraith” sin capota, que dejó de fabricarse en 1958 y fue donado a Brasil por la reina Isabel II de Inglaterra en 1953.
Sin embargo, las previsiones meteorológicas indican que pudiera llover copiosamente a esa hora, lo que obligaría a sustituir el viejo y elegante Rolls Royce por un automóvil cubierto, en el que Rousseff se trasladaría hasta el Congreso para jurar el cargo.
En ese recorrido, se prevé que será aclamada por unas 30.000 personas que el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) pretende reunir en una fiesta popular que ha organizado en forma paralela a la investidura.
Tras prestar juramento ante el pleno bicameral y las delegaciones extranjeras, Rousseff pronunciará el primer discurso de su nuevo mandato y se dirigirá luego al vecino palacio presidencial.
Desde un balcón conocido como “parlatorio”, la mandataria hablará entonces para la multitud que se espera en la avenida, aún si las previsiones de lluvia se confirmaran.
Luego pondrá en funciones a los 39 ministros de su nuevo gabinete y se dirigirá al cercano Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde será ofrecido un cóctel para las autoridades extranjeras y otros cientos de invitados, con el que se pondrá fin a las ceremonias. EFE