Esta es la primera carta que hago en el año 2015. He querido dedicarte estas líneas porque, en verdad, siento mucha pena contigo. Parece que nadie te para bolas. Cada vez que te veo, pienso en aquella novela de García Márquez, a la cual habría que cambiarle el nombre para decir, no solamente que Maduro no tiene quien le escriba, sino que tampoco tiene quien lo lea.
Nicolás, tengo la leve impresión que desde finales del año pasado no has hecho otra cosa que meter la pata. Creo que la jugada que hicieron los hermanos Castro, al llegar a un acuerdo con Obama a tus espaldas, para restablecer las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, te afectó el cerebro. De otro modo no puedo explicarme porque has estado dando más tumbos que un borracho en carnaval.
Fíjate Nicolás: de acuerdo con Datanálisis (noviembre 2014) el 72,2 por ciento de los venezolanos cree que tu gestión es mala. Eso quiere decir que 7 de cada 10 venezolanos piensa que has puesto la torta. De acuerdo con la misma encuesta, apenas el 24,5% cree que tu gestión es buena. Eso significa que tan sólo 2 de cada 10 venezolanos piensa que lo has hecho bien. Claro, eso cambiará dramáticamente después que anuncies el aumento en el precio de la gasolina y la devaluación del bolívar, lo cual debe ocurrir en las próximas horas.
La única encuesta que vas ganando de calle es la de la inflación. Allí si es verdad que vas galopando con varios cuerpos de ventaja. En el 2013, tu primer año de gobierno, terminaste con una inflación de 56,2%, la más alta desde 1996. Y el año que acaba de terminar, es decir, 2014, con todo y el ocultamiento y la sesión de maquillaje que le hicieron en el BCV, concluirá con una inflación que en el mejor de los casos, no bajará de 64%.
Ojo Nicolás, no te confundas: el 64% es de la inflación, no es de tu popularidad. Yo sé que deseas con todo el corazón que las cifras se inviertan, que el 24,5 que tienes de popularidad sea para la inflación y que el 64% de la inflación sea para tu aceptación en las calles, pero debo decirte que esas estadísticas no las pueden modificar ni los babalaos con diez millones de caracoles.
En tu afán por tratar de llamar la atención, para ver si alguien te para pelotas, hiciste hace unos días la propuesta de “canjear” a Leopoldo López por Oscar López Rivera. Alguien te dijo que imitaras la jugada de Raúl Castro, quien canjeó exitosamente al contratista norteamericano Alan Gross, de 64 años, por los espías cubanos Antonio Guerrero Rodríguez, Gerardo Hernández Nordelo y Ramón Labañino Salazar. Pero como pudiste darte cuenta, esa infeliz idea no levantó interés ni siquiera en Puerto Rico.
En Brasilia, durante la toma de posesión de Dilma Rousseff, intentaste llamar la atención otra vez: aprovechaste un apretón de manos y un saludo de 2 segundos con el vicepresidente de EEUU, Joe Biden. Apenas si te daría tiempo de decir un “nice to me you too”, y a las pocas horas echaste un cuento que no te creyó nadie: “¿Qué le pedimos nosotros a Estados Unidos? Lo que le dije al vicepresidente Biden, lo he dicho 1.000 veces, en público y en privado, relaciones de respeto, más nada”, dijiste como un bravucón. Pero de nuevo, nadie te creyó una sola palabra.
En China, fuiste por lana y saliste trasquilado. Le pediste a los chinos 16 mil millones de dólares. Pero lo único que te dieron fue la “promesa” de invertir 20 mil millones en proyectos energéticos. Tal fue tu decepción que, luego de hacer los anuncios, dijiste que era “imposible” saber si el montante de esos acuerdo permitirá a Venezuela capear el temporal hasta que se recuperen los precios del petróleo”.
La debacle en China fue parecida a la metida de pata de Rafael Ramírez, quien se fue de gira a tratar de convencer a los miembros de la OPEP de recortar la producción para aumentar el precio del barril. Nadie le paró bolas a Ramírez y la decisión fue mantener la producción aunque los precios bajen a 20 dólares.
Nicolás: tal parece que los únicos que te paran bolas en estos días son los chinos. Pero déjame decirte algo: a los chinos no le importas tú, ni el socialismo, ni la revolución. A los chinos sólo les interesa los 600.000 barriles de petróleo que les manda Pdvsa todos los días.
Los chinos no son pendejos: ellos sólo piensan en los US$56.000 millones que han invertido en Venezuela. A los chinos les sabe a pupú el Socialismo del Siglo XXI. Tengo mucho tiempo que no veo a un chino hablando de Chávez. China sólo habla del dinero invertido aquí desde 2008 a través de 2 fondos y 450 acuerdos. La chequera que camina por América Latina no es venezolana, es china, y según Xi Jinping, esa chequera meterá entre 250 mil y 500 mil millones de dólares en Latinoamérica en los próximos 10 años. He ahí otro gran logro de la revolución chavista: ya no somos el patio trasero de EEUU ahora somos el patio trasero de los chinos.
SC. 09 de enero de 2015
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