La necesidad y la codicia confluyen en farmacias y supermercados, compradores y “bachaqueros” pujan por obtener productos regulados. El frío, el peligro y la falta de baños no detiene a quienes necesitan comprar algún producto de la canasta básica. No todos son “bachaqueros”, así lo publicó La Verdad
Por Reyna Carreño / Maracaibo / reynac@laverdad.com
A mí no me pagaron para amanecer pegada a una cola y no lo hice para lucrarme. Solo hay dos motivos para que una persona se humille de tal manera: la necesidad y la codicia. Cada quien tiene su razón para pernoctar frente a un supermercado o una farmacia; el mío es contundente: mi nieta de tres años de edad fue diagnosticada con cáncer cerebral y recibe quimioterapia una vez a la semana, necesita los pañales y punto. Como el caso no admite negociación, he desandado cielo y tierra buscado el producto y he pagado lo que no tengo para adquirirlo.
Por eso, cuando a las 8.00 de la noche del viernes 9 de enero me llegó el mensaje: “van a sacar pañales”, no lo pensé dos veces y literalmente corrí a la sucursal de una popular cadena de farmacias ubicada en la Circunvalación 2. Dicho sea de paso, familiares y amigos que viven en las adyacencias se mantienen alertas para avisar al más mínimo indicio de la aparición del producto.
Llegué un poco antes de las 9.00 de la noche. Unas 100 personas hacían cola a un costado del local y había muchos grupos de gente, unos conversando, otros sentados en las jardineras, pero todos a la expectativa. Ubiqué a quienes me esperaban y me enteré de que muchos de ellos habían pasado el día allí. “Yo estoy desde anoche, me fui a bañar y comer y ya regresé, porque de que hay pañales los hay”, comentó una joven corpulenta y voluntariosa, a quien llamaban la “Negra”. Hice un breve cálculo mental, probablemente ella y su grupo tenían más de 24 horas en el sitio.
“Parate aquí”, me dijeron y obediente me recosté contra la pared. “En un rato van a hacer una lista porque los pañales los sacan mañana, pero así aseguráis el número”. Me sorprendió ver tantas mujeres con niños pequeños. “No todos son ‘bachaqueros’” murmuré y una señora a mi lado me respondió casi antes de terminar la frase. “Casi estamos mita y mita. Yo tengo tres días aquí porque mi hija está recién paría y no tiene qué ponerle al niño, y ya conozco quién es ‘bachaquero’ y quién es gente”.
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