La estadounidense Serena Williams abrazó y besó por sexta vez la copa Daphne Akhurst que la campeona del Abierto de Australia exhibe orgullosa cada año, al vencer en la final a la rusa Maria Sharapova por 6-3 y 7-6 (5) y ampliar la racha de victorias, ahora ya 16 seguidas ante su rival, a la que domina desde hace casi once años. EFE
Serena, que aventaja ahora 17-2 en el cara a cara, apabulló por completo a Sharapova con un demoledor servicio en una hora y 51 minutos, logrando 18 “aces”, con los que amartilló una victoria sin respuestas por parte de la rusa, que solo igualó con su rival en sus gritos de “Come on!” (“¡Vamos!”) que la americana respondió, incluso de forma irónica, con el puño cerrado en algunos momentos.
Este es el 19 título del Grand Slam que consigue Serena, con lo que supera a sus compatriotas Martina Navratilova y Chris Evert, y se sitúa a tres de la alemana Steffi Graf, que con 22 de esta categoría domina aún la historia de este deporte.
La americana seguirá al frente de la clasificación este próximo lunes cumpliendo su semana 226 no consecutiva y la 102 seguida en este último periodo. Sharapova también permanecerá en su lugar, el dos.
Serena, sobre la que había algunas dudas por su catarro, fue muy superior a Sharapova, que intentó cambiar la historia de sus duelos, con inteligentes dejadas para sacarla del fondo de la pista y agotarla, pero solo consiguió que la número uno la destrozara con un avasallador juego desde la línea de saque y tremendos serviciosk, uno de ellos a 203 kilómetros por hora, que la colocan como la mejor sacadora de la historia.
El saque siempre es el arma letal con el que Serena mantiene la diferencia ante Sharapova. En los últimos 12 enfrentamientos anteriores, Serena conectó 108 saques directos, con 37 dobles faltas, mientras la rusa hizo 24 “aces” con 73 dobles faltas. Este sábado ese arma letal, con una efectividad del 88 por ciento con el primer saque fue la apisonadora con la Serena construyó su victoria.
Cuando el partido quedó parado por la lluvia para que el techo de la Rod Laver Arena se cerrase mientras una brigada de casi 60 recogepelotas se afanaban a secar el piso con toallas, Serena ya dominaba por 3-2 y 30-30, gracias a una rotura en el primer juego del partido, con una doble falta final de la rusa.
Después de casi 13 minutos de espera, en los que Serena se relajó paseando por los corredores del vestuario, mientras Maria esperaba en la pista, la americana regresó con la fuerza del trueno. Logró un directo a 191 kilómetros por hora y conectó una derecha ganadora después para situarse con una ventaja de 5-2.
Aunque luego cedió su saque a continuación con su tercera doble falta, Serena cerró con el suyo el primer set en 43 minutos.
Con el techo cerrado, el partido se convirtió en un partido algo más igualado, pues las dos se han enfrentado dos veces en ese escenario con 1-1.
No obstante Serena es mejor en cubierta y lo ha demostrado ganando tres veces el título en estas pistas con el techo cerrado: en 2003 contra su hermana Venus, ese año por el calor, en 2005 contra su compatriota Lindsay Davenport, por lluvia y en 2007 contra Sharapova, también por lluvia.
Después, más de la misma historia y rociada de “aces” de Serena, lucha de ¡vamos¡ y alaridos en la pista, cara congestionada de Sven Groneveld, entrenador de Maria Sharapiva porque su discípula no encontraba ángulos para sacar de la pista a su rival, y espectáculo de Serena Williams, ágil, elástica e inmutable, con movimientos explosivos para provocar angustia en la rusa.
Serena aplaudió cuando Sharapova logró conectar una tremenda derecha a la esquina, inalcanzable por fin, en el primer punto de partido en el décimo juego, el tercero que salvaba Maria en este torneo (dos contra la ucraniana Panova en segunda ronda). Después la rusa realizó otra genial dejada a la que la americana no llegó a tiempo y salvó el pellejo.
En el desempate, Serena se golpeó los muslos para activarse, cometió varios fallos, pero aún así resistió con restos demoledores. Maria Sharapova salvó otra bola de partido, la segunda, y entonces sucedió la anécdota de la final. Serena sirvió y conectó un “ace”, pero la juez de silla Alison Lang le advirtió que la bola había tocado la red. La menor de las Williams no daba crédito y con los brazos en jarra miraba a todos lados.
Se repitió el punto, y Serena conectó su 18 “ace”, el 88 del torneo, aunque también hubo dudas sobre si había entrado. “¿Entró?”, preguntó y al observar que sí sonrió, saludó con calma a su rival y mantuvo la compostura solo unos segundos. Luego saltó de alegría, como una loca, brazos en alto, y no paraba. Festejaba Serena Williams el título 65 de su carrera, su sexto Abierto de Australia con casi 34 años.