A partir de este 1 de marzo, la administradora de sistemas de pago Mastercard dejará de bloquear el uso en Cuba de tarjetas de crédito emitidas en Estados Unidos. La medida se basa, según anunció la empresa a fines de enero, en las ” instrucciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro estadounidense” (OFAC, por sus siglas en inglés), que siguieron a la decisión de normalizar las relaciones bilaterales anunciada el pasado 17 de diciembre por Estados Unidos y Cuba.
Hasta hace poco “estaban prohibidos todos los vínculos entre entidades financieras y bancarias de ambos países”, con la única excepción de los envíos de remesas a Cuba a través de Western Union, “limitados en cantidad por trimestre”, explicó a DW Ricardo Torres Pérez, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) en la Universidad de la Habana. Muchas de esas prohibiciones, relacionadas con la inclusión de la isla en la lista de “países que patrocinan el terrorismo” se mantienen por el momento y resultan además en la “persecución”, por parte de la OFAC, de “las transacciones financieras de Cuba a través de otras entidades en el resto del mundo”, agregó Torres Pérez. Otras, que son específicas para La Habana en el marco del embargo económico y comercial impuesto por Washington y están codificadas en ley, solamente podrán ser desmontadas con el improbable voto del Congreso, dominado por los republicanos y opuesto a un deshielo que no siga sujeto, como en los últimos 50 años, al cambio de sistema de gobierno y al incremento de las libertades políticas en la isla. No obstante, las medidas ejecutivas puestas en marcha por la Casa Blanca las relajaron sustancialmente.
El límite al envío de remesas aumentó de US$500 a US$2.000 por trimestre, se eliminó el límite de US$179 de gasto corriente diario impuesto a los estadounidenses autorizados a visitar la isla y se autorizó a ciudadanos de cualquier país a usar en la isla tarjetas de crédito y débito emitidas por entidades financieras estadounidenses, que ahora también podrán abrir cuentas en bancos cubanos y procesar transacciones originadas en Cuba. Es en ese marco que se ubica el inicio de las operaciones de MasterCard en este mercado hasta ahora prohibido, precisó el economista cubano. El anuncio del consorcio financiero estadounidense marcó así una arrancada, a la que se han sumado en las últimas semanas su competidor American Express; las aerolíneas American Airlines, JetBlue, Delta y United Airlines; la empresa de entretenimiento en línea Netflix, el buscador Google y hasta el gigante tecnológico Apple, anunciando intenciones o directamente programas para comenzar a operar en la isla.
Las perspectivas. Como sea, el flujo financiero que ahora comienza a activarse constituye una premisa para que puedan concretarse el resto de las medidas contempladas en el paquete propuesto en diciembre por el presidente estadounidense Barack Obama, avizora Torres Pérez. Eso incluye la expansión de las ventas y exportaciones comerciales de bienes y servicios de Estados Unidos a Cuba; la importación de bienes de Cuba a EE.UU.; así como el incremento de los ahora menos restringidos viajes de norteamericanos y de sus gastos en la isla, entre otros.
De cara al proceso de unificación monetaria y cambiaria que se lleva cabo actualmente en Cuba, Torres Pérez supone que los esperados “mayores flujos de divisas, pondrán a la economía cubana en sentido general y al Banco Central de Cuba en particular en mejores condiciones para conducir este proceso”, disminuyendo la incertidumbre sobre su capacidad de honrar compromisos externos en caso de incrementos en la demanda de divisas o en las salidas de efectivo.
Estos cambios, como los que se sumarían si Cuba es removida de la lista de países patrocinadores del terrorismo -algo que debe decidirse en junio próximo-, “significarán una mejoría del estándar internacional del país, que se va a percibir como un país menos riesgoso para la realización de negocios”, opina y agrega: “Por lo tanto, debe haber un impacto importante no sólo para los vínculos entre Cuba y Estados Unidos, sino también para los vínculos de Cuba con el resto del mundo”.
Los obstáculos. Sin embargo, el país “por su propio nivel de desarrollo y el modo en que ha transcurrido su relación con Estados Unidos no está preparado para asumir el impacto (de estas medidas) en el momento inicial. El sistema financiero cubano no es un sistema avanzado, ni en sus instrumentos y mecanismos ni en su infraestructura física “, reconoce Torres Pérez. Si se incrementa la cifra de vistantes norteamericanos y su demanda de servicios como los que ofrece MasterCard, la generalización del sistema de pagos por tarjetas y de la disponibilidad de cajeros automáticos, así como la ampliación de la capacidad de procesamiento de transacciones que esa infraestructura puede ofrecer, generarán probablemente “cuellos de botella” que las autoridades cubanas deberán solucionar, prevé el investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana. En ese, como en otros ámbitos (capacidades hoteleras, conexiones aéreas, capacidad de procesamiento de las agencias de viaje, etc.), “tendrán que crearse las condiciones”, dijo el investigador a DW.
Con todo, el embargo sigue representando un “gran problema”, un “obstáculo decisivo”, “extremadamente desalentador” para el interés de la industria extranjera por invertir o comerciar con Cuba, confirmó a DW Manuel Neuman, de la asociación alemana de empresarios con intereses en y por América Latina (LAV, por sus siglas en alemán). Esto vale especialmente para las grandes firmas globales, las más afectadas por las penalizaciones multimillonarias que Estados Unidos ha impuesto a muchas de ellas por negociar con Cuba, precisó. Instituciones financieras como la alemana Commerzbank, la francesa BNP Paribas y la escocesa RBS, han sido recientemente sancionadas con multas de entre US$100 y casi US$9.000 millones por tramitar transacciones de compañías o ciudadanos de países que Estados Unidos incluye en su lista de “patrocinadores del terrorismo”, entre los que se incluye Cuba.
De ahí que, por ejemplo, aunque las empresas y la política alemanas siguen con atención las “señales positivas” que llegan desde Washington y mantienen un “gran interés” por invertir en la isla (sobre todo en el sector de las energías renovables), las pocas que ya negocian con Cuba prefieren mantener discreción al respecto y el resto no moverá un dedo “hasta que no se levante oficialmente o se relaje mucho más el embargo”, aseguró Neumann. No obstante, según este asesor de LAV para negocios con Cuba, no solo el embargo paraliza a los inversores y comerciantes alemanes, que se quejan de los trámites burocráticos extremadamente dilatados y poco transparentes que requiere cualquier negocio con la isla: de plazos oficiales que siempre difieren de los reales para el otorgamiento de licencias y permisos, “difíciles” de obtener sin un “guía nativo” y “contactos adecuados”. A ello se suma la imposibilidad de contratar directamente a los trabajadores, en lugar de “arrendarlos” a una agencia estatal; así como el excesivo “tiempo, paciencia y capital” que estas trabas consumen, temas todos que una nueva ley de inversiones intenta aligerar, pero “no mejora sustancialmente”, resume Neumann.
“Las prácticas de negocios en Cuba siguen estando alejadas de los estándares internacionales”, reconoce Torres Pérez. Y eso no depende del embargo ni de MasterCard, sino del modo en que funciona el centralizado modelo económico cubano, coincide con Neumann. “Lo que uno espera, es que estos cambios, incrementen la percepción de los decisores cubanos de que eso tiene que cambiar”: de que no es una nueva ley de inversiones si no su implementación la que puede generar cambios; de que el país tendrá que “dejar de concebir al inversor extranjero como enemigo”, “ponerse al tanto de las mejores prácticas internacionales” y “reentrenar a sus especialistas en muchas cuestiones técnicas”, precisa Torres Pérez.
Dos datos que ofrece el economista cubano, lo confirman: “La iniciativa de (la zona de desarrollo especial de) Mariel se lanzó en noviembre de 2013, hace más de un año: Todavía no se ha aprobado el primer negocio allí, a pesar de que hay proyectos presentados por diversas empresas. La nueva ley de inversión extranjera entró en vigor en junio de 2014: Todavía no se ha aprobado ningún negocio bajo esa ley”. El procedimiento “sigue siendo dilatado, engorroso, administrativo, vertical, lo contrario de lo que hacen otros países para lidiar con inversores extranjeros”, concluye; pero, agrega, “en ninguno de esos países, el máximo nivel de gobierno, el Consejo de Ministros o el Consejo de Estado, tiene que decidir, caso por caso, los negocios de inversión extranjera”.
Vía Deutsche Welle