Mohammed Emwazi, el londinense que sería el “Yihadista John”, el misterioso verdugo con el rostro cubierto del grupo Estado Islámico (EI), declaró en 2010 a un periodista que pensaba en el suicidio debido al acoso de los servicios secretos británicos, reseña AFP.
Identificado por la prensa y los expertos como el hombre que aparece en varios vídeos de decapitación de rehenes occidentales divulgados por el EI, Mohamed Emwazi escribió en 2010, en un correo electrónico a un periodista del Mail on Sunday, publicado el sábado por el rotativo, que se sentía como “un muerto viviente” debido a esta presión.
Cage, una organización de defensa de los derechos de los musulmanes con sede en Londres, asegura que los servicios secretos internos británicos MI5 vigilaron a Emwazi al menos a partir de 2009 y que esta presión contribuyó a su radicalización. Según Cage, el MI6, el servicio secreto exterior, habría tratado de reclutarlo sin éxito.
El primer ministro británico, David Cameron, y un antiguo jefe del servicio de inteligencia exterior MI6 han rechazado de plano esta tesis y el alcalde de Londres Boris Johnson acusó a Cage de “apología del terrorismo”.
En su correo al periodista Robert Verkaik, fechado el 14 de diciembre de 2010, Mohammed Emwazi contaba que había vendido su ordenador portátil por internet a alguien, que según él, era de los servicios de seguridad británicos.
“A veces me siento como un muerto viviente. No tengo miedo a que me maten. Lo que me da miedo es que un día tome un montón de pastillas para poder dormir finalmente para siempre” ¡Sólo quiero que me dejen en paz!”, escribía el joóven londinense, según el Mail on Sunday.
Mohammed Emwazi nació en Kuwait y se fue de este país a los seis años cuando su acomodada familia se instaló en Londres. Estuvo escolarizado en la capital británica y obtuvo un diploma de informática en la Westminster University. En 2012 ó 2013 se habría trasladado a Siria.
De hecho, según informaciones de la prensa, Mohammed Emwazi tenía contactos con los responsables de los atentados fallidos perpetrados en 2005 en los transportes públicos londinenses, dos semanas después de los atentados suicidas que dejaron 52 muertos en la capital.
Estas revelaciones redoblan la presión sobre los servicios de seguridad británicos, a los que se insta que expliquen por qué no adoptaron medidas contra Emwazi antes de que viajara a Siria.
Cameron defendió el viernes la actuación de estos servicios. Tienen que tomar “decisiones increíblemente difíciles y yo creo que esencialmente toman muy buenas decisiones”, dijo.