Estados Unidos reanuda la conexión telefónica con Cuba mientras sanciona públicamente (y esto es lo que de verdad ha irritado a Nicolás Maduro) a siete altos cargos de la seguridad venezolana. Una ‘guerra fría’ se va y otra viene. Al paso al que vamos, lo que va a ser noticia el 10 de abril, en la Cumbre de las Américas, no será si Raúl Castro y Barack Obama se reúnen o cómo se saludan, sino qué pasa entre el presidente estadounidense y el venezolano, publica El Mundo de España.
Por PABLO PARDO /Washington/El Mundo de España
Justo en el momento en el que Obama y la oposición republicana han decido hacer dos políticas exteriores (véase el caso de Irán, donde los republicanos han roto todas las normas al decirles a los ayatolás que van a torpedear cualquier acuerdo) el enfrentamiento con el régimen de Nicolás Maduro parece ser lo único en lo que la Casa Blanca y el Congreso pueden ponerse de acuerdo.
Claro que ponerse de acuerdo no significa que la política de Estados Unidos hacia Caracas vaya a producir ningún resultado positivo. Igual que el embargo a Cuba lleva seis décadas, las tensiones entre EEUU y la Venezuela chavista ya pasan de década y media. Eso es en buena parte por la alucinante cobardía moral de muchos Gobiernos latinoamericanos, que no han criticado jamás la deriva dictatorial venezolana. Pero también porque el enfrentamiento no viene mal ni a EEUU ni a Venezuela.
La reacción del Gobierno de Venezuela, por ejemplo, ha sido típicamente cubana. Nicolás Maduro ha acusado de Barack Obama de querer “personalmente” derrocar a su Gobierno. Y su ‘número dos’ (para algunos, verdadero ‘número uno’), Diosdado Cabello ha declarado que EEUU prepara acciones militares contra Venezuela. Poco importa que las sanciones se dirijan a siete personas, siguiendo el modelo aplicado por Stuart Levey, del Departamento del Tesoro, contra Irán. El populismo se caracteriza por no dejar que la realidad se interponga a la voluntad.
En Estados Unidos, la dinámica es también muy ‘cubana’. El senador cubano-americano Marco Rubio, que afronta una campaña muy cuesta arriba para tratar de lograr la nominación republicana a la presidencia en 2016, ha pedido a Obama que extienda las sanciones a más altos cargos del chavismo.
Política interna
Caracas puede jugar el papel de La Habana en la política de Estados Unidos. Al menos, en parte. ¿Por qué? No porque Cuba y Venezuela tengan demasiado en común, sino por las dinámicas internas estadounidenses. A quien quiera ver teorías conspiratorio-imperialistas estadounidenses en todo, no le gustará, pero éste es un problema (como casi todos en Estados Unidos) de política interna.
Caracas puede jugar el papel de La Habana en la política de EEUU por las dinámicas internas de Washington
La inmigración venezolana es, en cierta medida, similar a como era la inmigración cubana. En Miami y en otras ciudades de Estados Unidos viven cada vez más venezolanos que han huido del chavismo, aunque todavía son pocos: en torno al 0,6% de la población estadounidense. Pero ellos son la élite intelectual, política y económica del país, como demuestra el hecho de que el porcentaje de pobres entre los estadounidenses nacidos en Venezuela sea el más bajo de todos los latinos, cubanos incluidos.
Esa comunidad llevaba dirigiendo Venezuela desde hacía décadas. Para ellos, Chávez, primero, y Maduro, después, les han robado su país. Su oposición al régimen de Caracas no conoce matices. Su actitud es similar a la de los cubano-americanos de más edad en relación a la dinastía de los Castro.
Pero, en el caso cubano, la inmigración lleva décadas, y ha ido cambiando de refugiados políticos a refugiados económicos. La mayor parte de los estadounidenses nacidos en Cuba que son menores de 40 o 50 años no tienen la oposición frontal al castrismo de sus mayores. Por eso, están dispuestos a un acuerdo entre Washington y La Habana.
Un acuerdo que el pueblo cubano quiere. Porque, a fin de cuentas, Cuba es un país tan, tan, tan marxista que cada lunes llega a La Habana ‘el paquete‘, es decir, un USB con las mejores (o más horribles, que eso depende del gusto de cada uno) series y telenovelas gringas de la semana, perfectamente empaquetadas para descargárselas en el ordenador e, incluso, con anuncios hechos a propósito para el público cubano. Ése es el hombre nuevo marxista que creó Fidel: el hombre de Univisión y Telemundo.
Otra Guerra Fría
Así, el enfrentamiento entre Cuba y EEUU es en buena medida una reliquia de la Guerra Fría. Eso no quiere decir que La Habana vaya a hacerse democrática, ni a dejar de ‘tocar las narices’ a Estados Unidos todo lo que pueda. Pero no va a ser una amenaza.
En el caso de Venezuela, sin embargo, la tensión no es un reliquia. Los sindicalistas suelen ser maestros en el arte de combinar una retórica flamígera con una capacidad negociadora muy realista, siempre que la negociación sea puerta cerrada.
Pero a Maduro, que empezó como sindicalista, nunca le debió de tocar llegar a la parte de la negociación. Su estilo es la confrontación siempre y en todo lugar. Si encima sirve para echarle la culpa a otro de la hecatombe económica en la que ha sumido al país ¿qué problema hay? A fin de cuentas, ahí están las declaraciones es del Gobierno de Venezuela diciendo que la caída del precio del petróleo es parte de un plan de Estados Unidos para hacer la guerra económica a Venezuela, Irán y Rusia, cuando es consecuencia de una guerra económica, sí, pero de Arabia Saudí contra, precisamente, Estados Unidos y sus productores de petróleo no convencional por medio de fracking.
Petróleo
Así pues, a todos les viene bien el enfrentamiento. A todos menos a los venezolanos, claro. Pero éstos ya tienen bastante con encontrar comida en el súper. Porque, por más que algunos no quieran verlo, el chavismo es un fracaso. Y es que, a fin de cuentas, ¿quién puede defender a un país que contamina más que nadie con su petróleo pesado, subvencionadísimo y lleno de azufre y CO2? Desde luego, nadie de izquierdas.
Precisamente el petróleo es el penúltimo cartucho que le queda a Maduro. Un cartucho que se le ha mojado. No solo por la caída del precio, ni porque EEUU esté avanzando hacia la autosuficiencia por el fracking, sino porque la industria petrolera venezolana no da más de si. Lo cual es triste, porque el país con más reservas de crudo del mundo no es Arabia Saudí, sino Venezuela. Pero, para mostrar lo bien que lo han hecho los venezolanos (actuales y pasados) en esa materia, aquí va un detalle: el 40% del crudo que producen, tiene que ser enviado para ser refinado… a Estados Unidos, de donde es exportado de nuevo a Venezuela. Claro que si usted viaja por Estados Unidos y ve una gasolinera de la empresa Citgo y decide llenar el depósito en ella, sepa que está financiando al chavismo, porque esa empresa es de PDVSA, que es la petrolera estatal venezolana.
Ésa es la gran diferencia entre las Guerras Frías de antes -como la de Cubay la URSS- y las de ahora, como las de Venezuela o Rusia. Antes era más fácil declarar a un país enemigo y cortar casi todos los lazos con él. Ahora, los enemigos son socios. Eso complica la ecuación. Pero no impide el conflicto.