El ‘bachaqueo’ burla la prohibición de pernoctar en torno a los supermercados de la región, un fenómeno más marcado cerca de los establecimientos de la red Bicentenario, que pertenecen al Estado venezolano. A las 10 de la noche se forma, una larga cola, en la avenida Fuerzas Armadas. En la acera, duermen, así lo informó Panorama
A. Mendoza / D. Horande
‘Saltar’ la barrera de la normativa ha generado consecuencias en espacios públicos y privados de la ciudad.
“Los locales adyacentes tuvimos que requerir vigilancia privada porque se orinaban en las jardineras”, dijo un comerciante cercano al Centro Comercial Costa Verde, donde hay un Bicentenario.
La prohibición de dormir a las puertas de los supermercados, data del 15 de enero de 2015, cuando la ‘explosión’ de las colas ocasionó desórdenes y conatos de disturbios en algunos establecimientos de la ciudad.
Una medida que sigue activa, según recuerda el secretario general de Gobierno del Zulia, Billy Gasca. “La prohibición de pernocta sigue totalmente vigente. Hemos logrado minimizarla, sobre todo en las cadenas privadas, pero en las cadenas públicas se ha hecho más complejo porque allí la relación es de 60% regulados y 40% otros rubros, inversa a los supermercados privados”.
Gasca adelanta que “está en estudio un nuevo esquema de funcionamiento de los supermercados de la región, que será dado a conocer la próxima semana”.
Una vecina de la calle 19B, de la urbanización Loma Linda, dice que “el alumbrado público estaba en buenas condiciones y se dañó en enero, justo después de la prohibición. “Ellos no han respetado eso”, señala. Esa calle es el refugio nocturno de los que duermen cerca de la sucursal de Bicentenario de la avenida Fuerzas Armadas.
“No creo necesario venir a pernoctar aquí. Los productos los sacan a las 9:00 de la mañana, aproximadamente, así que quien entre a las 8:00, comprará lo que quedó del día anterior”, dice Iris Vásquez, en la cola del Bicentenario de la avenida 5 de Julio.
En un estacionamiento en 5 de Julio y en la plaza Harris en Cecilio Acosta se congregan otros. “No vienen a comprar, sino que se quedan desde la noche para vender los cupos, a Bs. 200 cada uno”, dice una compradora.