La elección de los miembros del Poder Legislativo es la preocupación mayor de Maduro y sus enchufaos, no la decisión del presidente Obama convertida en un fenómeno propagandístico, ni tampoco la escasez de comida, ni mucho menos los escándalos de corrupción en Europa que involucran a altos funcionarios de Petróleos de Venezuela. Olvídese si así usted lo cree.
Para Maduro, la posibilidad de que pueda perder el control de uno de los Poderes Públicos Nacionales clave para el manejo del Estado venezolano se constituye en el “gran coco” que se traduce en intenso temor que le recorre todo el cuerpo, porque existe la posibilidad cierta de que la oposición convierta el fuerte rechazo actual de la gente en millones de votos y, en consecuencia, le de matemáticamente una estruendosa paliza al régimen, capaz de cambiar la correlación de fuerzas en la AN.
¿Se imaginan un escenario en el cual el presidente de la AN sea alguien verdaderamente demócrata y totalmente distinto a Diosdado Cabello; que en la presidencia de la Comisión de Contraloría descanse en una figura de la oposición distinta a Pedro Carreño, personaje convertido en una gran muralla que ataja y niega reiteradamente las investigaciones sobre escandalosos casos de corrupción en miles de millones de dólares?
¿Se imaginan un Poder Legislativo que elija a idóneos y capaces miembros del Poder Judicial en cuyo caso se frenarían todas esas actuaciones injustas del actual Tribunal Supremo de Justicia; se escoja a un Poder Electoral sustituyendo en lo inmediato y para siempre a Tibisay Lucena y su combo; y a una AN seleccionando a una nueva Fiscal General, hoy día transformada en nada más y nada menos que en la gran perseguidora de los líderes de la oposición?
Ese es el escenario que se plantea con las próximas elecciones parlamentarias cuya fecha aún el gobierno de Maduro no se atreve a informar porque en el fondo teme que se prenda en todo el territorio nacional la campaña electoral y pegue la idea de que a través de la AN es posible contener todos los excesos gubernamentales.
Por ello la gran estrategia del régimen de Maduro es distraer y ganar tiempo mientras fomenta la abstención. Distraer con ese asunto de Obama y del cual todos sabemos que jamás se producirá una invasión; con las injustas detenciones de los líderes de oposición; con las actuaciones de Diosdado, el regreso del tipo de La Hojilla; con meter la nariz en el proceso interno de la oposición…y hasta con ese intento fallido de Nicolás de hablar inglés.
La idea es ocupar nuestro tiempo en todo, menos en las elecciones parlamentarias, proceso para el cual sí se está preparando Maduro porque con esa activación de recoger diez millones de firmas está ordenando la activación de su estructura político – electoral. Ya él está en campaña mientras nosotros nos mantenemos ocupados en otras cosas que pasan desde analizar la decisión de Obama hasta criticar el inglés de Maduro pasando, eso sí, por cuestionar a nuestros líderes.
Es lógico y necesario defendernos de todas esas actuaciones injustas pero hay que mirar más allá de nuestras narices y apuntar hacia el horizonte que es fomentar la participación electoral.
¿Sabe usted que para ganar contundentemente las próximas elecciones se requiere del sufragio de los nuevos votantes y actualmente el registro para las inscripciones de nuevos electores está abierto?
¿Se enteró usted que las máquinas para inscribir a esos nuevos votantes las esconde el CNE por orden de arriba y que, además, en el Poder Electoral no han dicho ni jota de esos comicios para que pasen por debajo de la mesa?
¿Por qué, a diferencia de Chávez, quien montaba desde tempranas fechas toda esa comparsa electoral, Maduro ni menciona las parlamentarias?
La gran estrategia del Presidente y sus enchufaos es: 1) Buscar un motivo para congregar y mantener su piso político, su voto duro que va palo abalo del 20%, y el cual intentan revivir a través de esa campaña nacionalista; 2) Evitar a toda costa que la rabia de la gente se transforme en votos para la oposición; 3) Profundizar las diferencias de la oposición para impulsar la abstención; y 4) sorprendernos con una fecha de la elección cuando ellos, digo el gobierno nacional, piensa que está recuperado y con posibilidades de triunfo.
Todo eso ocurre en nuestras propias narices mientras nosotros andamos a la deriva escribiendo sobre todos los temas, enviando tuits sobre cualquier asunto pero totalmente desinteresados en cumplir la primera tarea electoral básica para ganar una elección como es llevar a inscribirse ante el Registro Electoral a los nuevos votantes y ¿lo estamos haciendo?
Debemos defendernos de todas las arbitrariedades pero eso sí, a la vez, meternos de lleno en la campaña electoral para transformar ese 80% de rabia en la victoria más contundente de las fuerzas democráticas de la posición. “El café está servido”, decía El Premier insigne narrador de juegos de pelota profesional. Y es así: ¡la mesa está servida para la oposición!
@exequiades