Washington pierde el control de América Latina, donde no queda “ni un solo hijo de perra” partidario de Estados Unidos, aseguró a Efe Nikolái Leónov, antiguo general del KGB e íntimo amigo del líder cubano, Raúl Castro, parafraseando a Roosevelt, reseña EFE.
Leónov, actualmente profesor de historia, se refería a la famosa declaración del presidente norteamericano sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza, cuando dijo: “Será un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra”.
En cambio, en opinión de Leónov, ahora Estados Unidos está perdiendo a marchas forzadas el control sobre su “patio trasero”.
“EEUU está perdiendo América Latina. Es asombroso. Se mete en todas partes, desde Siria a Afganistán o Libia, y está perdiendo todo el continente latinoamericano”, asegura.
Como ejemplo, recuerda que a la cumbre de la CELAC celebrada en enero de 2014 en La Habana asistieron los jefes de Estado y de Gobierno de 31 de los 33 países miembros de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
“Si yo fuera (el presidente de EEUU, Barack) Obama, estaría sorprendido. Antes excluían a Cuba de todas las organizaciones y ahora forma parte de una en la que no aceptan ni a EEUU ni a Canadá”, apuntó.
Leónov opina que el precedente de Cuba ha sido crucial para el cambio de actitud del resto de países latinoamericanos con respecto al gigante del norte.
“Está claro que EEUU debía introducir algunas correcciones en política exterior, reconociendo el fracaso de su diplomacia durante más de 50 años. De ahí, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la isla”, apuntó.
El profesor ruso insiste en que “éste es un triunfo para los cubanos”, ya que “la iniciativa de normalizar las relaciones ha sido de Estados Unidos”.
“Los cubanos aguantaron más de medio siglo una agresión permanente y una actitud feroz. Lo aguantaron todo y vencieron. ¿Cómo pudieron aguantar tanto tiempo? Es increíble”, señala.
Y destacó en particular la liberación de los últimos tres espías cubanos encarcelados en EEUU, aunque asegura que estos no cometieron ningún acto de agresión, ya que se limitaban a advertir a La Habana de los atentados terroristas que preparaba la emigración.
“Eso fue muy importante. Tuvo que ser resultado de los esfuerzos personales de Obama”, dijo.
Leónov, quien trabajaba como agente en México durante la crisis de los misiles de Cuba, trata de imaginar “cómo debe sentirse Fidel Castro”.
“Feliz, satisfecho y triunfante. Todo el mundo querrá ir a verlo ahora como a un santo para apretarle la mano y sacarse una foto. Como una reliquia, un personaje casi bíblico. Es que es un milagro”, apunta.
Con todo, aventura que “el proceso de deshielo será muy lento y largo, y no por culpa de Cuba”, sino debido a la oposición de grupos de presión en EEUU que han vivido de la enemistad entre ambas partes.
“Obama podría levantar el embargo, pero entonces debería cambiar el Congreso. Quizás pudiera, pero no es omnipotente. Por el momento, los avances son superficiales. El restablecimiento de relaciones no es gran cosa, ya que, de hecho, esas relaciones ya existían”, comenta.
Leónov califica el levantamiento del embargo a la isla como “una cuestión de honor” y recuerda que cada vez son más los países que apoyan esa iniciativa.
“Los cubanos no ocultan que comprar pollos en Estados Unidos sería mucho más barato que en Europa o Argentina. Además, hay muchos norteamericanos que quieren normalizar las relaciones, ya que desean tener libre acceso a la isla”, dijo.
En sus últimas visitas a Cuba, el antiguo teniente general del KGB ha visto una mejora lenta, pero continua, de los niveles de vida de los cubanos, pese a que la isla “carece de recursos naturales, ya que no tiene ni petróleo ni gas, sólo un poco de níquel”.
Leónov no cabe en sí de asombro por el heroísmo de los cubanos y el hecho de que “la población aún resista” después de los “terribles años del período especial” con el objetivo de defender su independencia y su soberanía.
Por todo ello y por la amistad que le une a Raúl Castro, que le invitó a su residencia en su último viaje a La Habana, se propone escribir un libro sobre su relación con el líder cubano.
“Nos conocimos casualmente en 1953 a bordo de un pequeño barco que se dirigía de Génova a Veracruz. Estuvimos un mes en el barco. También iban dos guatemaltecos de izquierdas. Todos hablábamos español, teníamos la misma edad y las mismas ideas. Desde entonces, Raúl y yo somos amigos”, rememora.