La muerte de 11 soldados en un ataque de las Farc hace siete días causó un daño a las negociaciones de paz con el Gobierno colombiano que puede aumentar si la guerrilla no añade autocrítica a su versión de los hechos, dijo hoy a Efe el coordinador residente de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild. EFE
“Una explicación de las Farc a esa altura para poder contrarrestar la desconfianza, la rabia y la falta de esperanza que hay en muchos sectores debe tener elementos autocríticos, debe tener ciertos elementos de asumir responsabilidades”, declaró en una entrevista.
A juicio del responsable de Naciones Unidas, “una declaración, una determinación que no tenga algo de esto incluso pudiera agregar más daño” a las negociaciones de paz iniciadas en noviembre de 2012 en La Habana.
Esta presión se debe, sobre todo, al especial daño que el ataque, ocurrido durante un alto el fuego unilateral e indefinido que las FARC iniciaron el 20 de diciembre, causó entre muchos colombianos tradicionalmente escépticos que, sin embargo, habían empezado a tener esperanza en las negociaciones, según mostraron las encuestas de opinión de principios de año.
Tras conocer la versión de las Fuerzas Militares sobre lo sucedido, que indican que los soldados fueron atacados mientras dormían en un polideportivo, en algunos sectores de la población se han despertado “muchos fantasmas” y “traumas de otros procesos de paz fallidos que estaban nutridos de muchos sueños y esperanzas”, dijo.
“Creo que la mesa (de negociaciones) tiene que apuntar hacia ellos (los escépticos) y ojalá mostrar voluntad de anunciar éxitos que puedan devolver la confianza a este grupo, que sí quiere la paz pero tiene muchas dudas”, sostuvo Hochschild.
Y precisamente por ellos, los que abrigan nuevas dudas, “el tipo de explicación” que ofrezcan las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) “es muy importante” y debe hacerse “más pronto que tarde”.
Por el momento la guerrilla ha calificado desde Cuba lo ocurrido como una “tragedia” y se ha reservado ulteriores declaraciones hasta conocer exactamente qué pasó “reconstruyendo los movimientos del Ejército desde las vísperas”, dijo el número dos del grupo armado, “Iván Márquez”.
“Me da la impresión de que lo que esperan muchos colombianos es una versión de los hechos por parte de la guerrilla. Creo que hay una expectativa de que haya una disposición hacia la autocrítica y aceptar responsabilidades, y en la medida en que lo hagan sería muy bienvenido y podría ayudar a superar lo que ha pasado”, afirmó Hochschild.
Serviría también para enfrentar la versión del fiscal general, Eduardo Montealegre, que calificó los hechos como “homicidio en persona protegida”, algo que causó extrañeza porque en el Derecho Internacional Humanitario esa categoría aplica a heridos, enfermos, prisioneros, náufragos y los civiles que no participan directamente en las hostilidades, así como personal médico y religioso.
La ONU, que no se pronuncia sobre esta clasificación, apuntó que “para llegar a una determinación jurídica de cómo caracterizar los hechos se necesita hacer una investigación independiente a fondo”, algo en lo que Naciones Unidas no aspira a colaborar y que, reconocen, nadie les ha solicitado por el momento.
Tras el ataque se oyeron términos como “emboscada” o “masacre”, que son para Hochschild “expresiones completamente entendibles nutridas por la rabia”, pero también renació desde varios sectores “un lenguaje deshumanizante sobre las FARC, declaraciones muy bélicas y que no son compatibles con el deseo profundo que ha mostrado el pueblo colombiano de llegar a la paz”.
“Que haya indignación en el país por la muerte de 11 personas también muestra que hay un cansancio de la guerra, y por ese cansancio se tienen que redoblar los esfuerzos para llegar a un fin definitivo del conflicto, pero las mismas divisiones del país, la mucha oposición a ese proceso, no ayuda mucho”, reconoció.
Habrá que esperar varias semanas para ver si este “paso atrás” en el proceso deja heridas profundas, sostuvo el coordinador residente, que consideró que el ataque muestra una “necesidad” de que las partes “fijen algunas metas conjuntamente” sin que eso suponga poner plazos inamovibles.
Pero mientras eso llega, lo “fundamental” es que el Gobierno y las FARC continúen alcanzando acuerdos para reducir la intensidad del conflicto armado, tales como “ampliar el acuerdo sobre desminado y mostrar señales tangibles de una aceleración de los diálogos” para firmar un acuerdo de paz definitivo.