Pero, a pesar de que este flagelo afecta a todos los sistemas, no los afecta a todos por igual. El autoritarismo y la concentración de todos los poderes en manos de unos pocos es el terreno más fértil para que germine este mal. Cuando los Poderes Públicos pierden toda su independencia y abandonan su función de controlar a los otros se facilita la propagación de los delitos de peculado. Basta analizar las listas del ranking mundial de corrupción para deducir que mientras mejor funcionen las instituciones y mayor separación de poderes, se hace más difícil actuar de manera irregular con el dinero que pertenece a toda una Nación.
Es irónico que en Venezuela tengamos una llamada “Revolución” donde se ha proclamado que “ser rico es malo” y que en teoría busca una “justa distribución de las riquezas nacionales”; pero que al mismo tiempo este sea uno de los períodos con mayor corrupción en nuestra historia. Esta afirmación no la hacemos a la ligera, Son tantos y tan graves los casos de corrupción destapados en este período que necesitaríamos 10 artículos para detallarlos todos ellos. Pero los más recientes provienen incluso de denuncias hechas por los mismos “camaradas” que se pelean a cuchillo el fondo de la hoya para raspar los restos, ante una inminente salida del poder (por la vía democrática).
Los llamados “socialistas” defensores del pueblo, están presuntamente implicados en cobrar comisiones para el otorgamiento de contratos a empresas españolas por centenares de millones de euros. Justifican medidas como el aumento de la gasolina y el recorte de los cupos de viajeros por los miles de millones de dólares que se ahorra el Estado, pero internacionalmente aparecen evidencias de que solo entre los bancos de España y andorra se estuvieron lavando 4.200 millones de dólares. Se hace más indignante el tema cuando solo después que el ex gobernador Isea sale del país, Tareck El Aissami saque a la luz casos de corrupción de los que conocía y que fueron silenciados por el difunto Chávez. Cuantos casos de estos no seguirán callados porque quienes están involucrados aún son fieles al “proceso”.
El Socialismo Real promete siempre acabar con las élites que oprimen a los pueblos y que están corrompidas; pero el resultado aquí y en todas partes ha sido, que una nueva élite se forma en la cúspide del poder, y que quienes integran las estructuras de poder, al no tener los contrapesos de una democracia normal, como lo aconsejaba Montesquieu, se ven las manos libres para abusar del poder y desbalijar al Estado. Como decía un viejo eslogan de campaña: Menos mal que ya se van, esto ya no se aguanta.