Una mujer parapléjica de 32 años fue rescatada con vida y está “estable” tras permanecer tres días atrapada entre los escombros de su vivienda en Katmandú, derrumbada el sábado por el terremoto de 7,8 grados que dejó en Nepal más de cuatro millares de muertos, informaron hoy a Efe fuentes oficiales.
“Tiene una lesión en la espalda, pero está estable”, dijo el médico voluntario Kapil Pardel, que estos días cuida de ésta y otras víctimas del seísmo en el Hospital Teaching de la capital nepalí.
El doctor explicó que su condición no era buena cuando los equipos de rescate la trajeron ayer por la tarde, pero aseguró que se recuperó favorablemente en las últimas horas.
Trishna L. Graeju, cuñada de la superviviente, se encontraba en su tienda de vegetales con su hija, mientras que su marido, carpintero, se encontraba trabajando cuando el seísmo azotó la ciudad en la mañana del sábado, explicó la mujer a Efe.
Tampoco la familia del hermano de Graeju, que también residía en la misma vivienda de tres plantas, se encontraba allí en el momento del derrumbe, por lo que la víctima se encontraba sola en el edificio, situado en Bakhtapur, una de las áreas más afectadas de la ciudad.
“Llamé a mi marido después del terremoto y vino a mi tienda. Conseguimos juntar a alguna gente para ir a rescatarla, pero continuaba habiendo réplicas”, explicó Graeju, que recuerda como esa noche durmió a la intemperie sin saber si su familiar continuaba con vida, como tantos otros centenares de personas en Katmandú.
La joven asegura que el pesimismo se había apoderado ya de la familia.
“Creíamos que nuestra hermana estaba muerta, ya que incluso nuestro vecino que podía caminar lo está”, manifestó sobre un pensamiento que, dijo, les inundó por completo la noche del domingo después de que ese día se produjese un segundo terremoto que hizo caer el último muro en pie de su vivienda.
La familia se puso el sábado en contacto con el Ejército, pero no fue hasta el día siguiente que algunos soldados y miembros de Cruz Roja comenzaron la búsqueda.
La herida, que padece una variante de la enfermedad de Dande Walken desde el nacimiento, está consciente y acierta a decir “namasté” (hola) mientras sonríe levemente. EFE