Hay crisis de valores; pero no todos los venezolanos están entregados a la corrupción. Al contrario, las mayorías la repudian. Tampoco, todos han perdido la esperanza, la fe ni la ética. Las mayorías, nunca se van a meter en el cascaron donde el gobierno trata de amordazarlas e intimidarlas. Otra cosa, jamás puede hacerse ver que la corrupción es un problema de ADN. Eso sería razonar bajo un determinismo fuerte que pudiera rayar en racismo, con el propósito de sembrar a los pueblos latinoamericanos en el fatalismo y la condición resignada de vivir en el delito y del delito.
La corrupción es el enemigo público a reducir. Se ataca y resuelve de raíz con educación, desarrollo cultural, enseñanza ética y observancia de la ley. De tal manera, el pueblo venezolano, en rechazo a teóricos y políticos deterministas, fatalistas, racistas, mezquinos, excluyentes y segregacionistas, jamás pueden abandonar la defensa de la patria, hasta hacerla buena, progresista, democrática, victoriosa y triunfante.
Ciertamente, los gobiernos del extinto Hugo Rafael Chávez Frías y de su sucesor Nicolás Maduro Moros no han sido transparentes ni sinceros con el pueblo. La corrupción y la demagogia de estos gobiernos “revolucionarios” despiertan la ira de los dioses y de la gente. Ahora que la patria, nos necesita, nadie puede, “tirar la toalla” ni reducirse a la detestable complicidad del silencio. En lo más profundo de cada venezolano, no hay quien no repudie la incapacidad administrativa, fiscal y contralora de la “revolución”. La impunidad “revolucionaria” tolera a la corrupción desde el Plan Bolívar 2000; pasa por la fortuna, mal habida de los “hijos” y funcionarios del comandante supremo (Andrade, Isea y Ramírez); sin omitir otros centenares de casos como el blanqueo de capitales en las entidades bancarias BPA Andorra y HSBS Suiza; la actuación delictiva de los jefes del “Bachaqueo”, hasta llegar a la estafa en importación de alimentos, más reciente, Ecuador-Venezuela. -¿Será que entendieron socialismo por latrocinio?
La Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada fue publicada en Gaceta Oficial N° 5.789 Extraordinario del 26 de octubre de 2005. Pero no hay autoridad ni institucionalidad ni Poder Público que la haga valer. Esta ley, en su artículo 4, sanciona contra la Legitimación de Capitales: “Quien por sí o por interpuesta persona sea propietario o poseedor de capitales, bienes, haberes o beneficios cuyo origen derive, directa o indirectamente de actividades ilícitas o de delitos graves, será castigado con prisión de ocho a doce años y multa equivalente al valor del incremento patrimonial ilícitamente obtenido.” Al igual, sanciona contra la: “conversión, transferencia o traslado por cualquier medio de bienes, capitales, haberes, beneficios o excedentes con el objeto de ocultar o encubrir el origen ilícito de los mismos o de ayudar a cualquier persona que participe en la comisión de tales delitos a eludir las consecuencias jurídicas de sus acciones.” Además, con predominio, castiga el “ocultamiento o encubrimiento, la adquisición, posesión o la utilización de bienes producto de algún delito previsto en esta Ley. El resguardo, inversión, transformación, custodia o administración de bienes o capitales provenientes de actividades ilícitas.” Y advierte: “Los capitales, bienes o haberes objeto del delito de legitimación de capitales serán decomisados o confiscados según el origen ilícito de los mismos”.
¡Esta lucha tiene que darse! No existe miseria más abominable, después de violación al derecho a la vida, que la corrupción. Nuestro sentido de pertenencia y amor por Venezuela nos empuja a luchar contra este flagelo. La corrupción gubernamental defeca sobre la ética del Estado, destroza la confianza, las buenas costumbres de la población; además, frena el desarrollo ético-político del país. La corrupción y el despilfarro destruyeron la oportunidad política, social y económica que tuvo el presidente Hugo Chávez para sacar al país a flote y salvarlo. Pues, tenía a la mayoría de población a favor, cosa que es más fuerte y alentadora, que un barril de petróleo sobre los 140 dólares.
Actualmente, todos los días se descubre un escándalo más de corrupción gubernamental. Pero el gobierno de Nicolás Maduro, únicamente demuestra su capacidad para distraer la atención de la opinión pública. Solo acusa al débil “chinito de Recadi”, demanda, amordaza y niega papel a los medios de comunicación social, lucha contra una supuesta “guerra económica” para evadir culpas y ocultar responsabilidades, ante la realidad inflacionaria y la escasez de alimentos que impacta a la población. ¿Será que su objetivo es desensibilizar al pueblo para que no repudie ni luche contra este despiadado delito? El monstruo de la corrupción se adueñó de los Poderes Públicos; pero la fruta, aunque se pudra, preserva la semilla; una sola que germine para el bien, bastará para salvar al mundo.
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielm@gmail.com