Gustavo Azócar Alcalá: ¿Le regalamos a Maduro una Asamblea Nacional como lo hicimos con Chávez?

Gustavo Azócar Alcalá: ¿Le regalamos a Maduro una Asamblea Nacional como lo hicimos con Chávez?

Hace un par de semanas acudí a un debate en un programa de televisión en Miami. El tema: las elecciones parlamentarias en Venezuela. Participamos 4 personas: dos de ellas son partícipes y promotoras de la teoría de la abstención. Los otros dos somos partidarios de que, a pesar del CNE integrado por los Jinetes del Apocalipsis y presidido por Tibisay Lucena, la oposición venezolana debe participar en esos comicios.

Los que defienden y promueven la tesis de la abstención, tienen varias teorías: 1) las elecciones parlamentarias sólo sirven para lavarle la cara al régimen y mostrar ante el mundo una imagen democrática del gobierno de Nicolás Maduro; 2) las elecciones ya están trampeadas, y el oficialismo tiene todo listo para quedarse con 100 diputados y “regalarle” a la MUD 65 curules; 3) el CNE modificará la base poblacional, con cifras alteradas por el INE, para quitarle a la oposición varios diputados en los estados donde la oposición es mayoría y dárselos al PSUV en aquellas regiones donde el oficialismo es mayoría. 4) las máquinas electrónicas y las captahuellas están sincronizadas para trampear la elección y sumarle más votos al oficialismo; 5) en Cuba hay una oficina paralela del CNE que funciona mediante el cable submarino que conecta a la Cantv con La Habana, y desde allí se inyectan votos a favor del oficialismo.

Los promotores de la abstención sostienen que no se puede participar en las elecciones y mucho más que eso: dicen que hay que hacer lo que sea necesario, para que en Venezuela no se celebren las elecciones parlamentarias, ni ningún otro proceso electoral hasta tanto se logre sacar a Tibisay Lucena y a las restantes jinetes del apocalipsis del CNE.

Lo confieso: algunos de los argumentos de quienes se oponen a la participación de la oposición en los comicios parlamentarios no dejan de tener razón. Pero hay otros argumentos que parecen haber sido sacados de una película de ciencia ficción. En todo caso, lo importante es que, ciertamente, hay un grueso número de venezolanos que pareciera estar convencido de que la “salida” a la crisis política, económica y social del país es precisamente esa: no ir a votar.

En el programa A Mano Limpia, en América TV de Miami,  me preguntaron: ¿Usted cree en el CNE? Mi respuesta, como siempre, fue contundente: NO creo en el CNE y en ninguna de las rectoras de ese organismo. Me preguntaron: ¿Usted cree que las elecciones en Venezuela son transparentes? Mi respuesta fue tajante: No lo creo. Todo lo contrario, creo que el CNE es un organismo tramposo y parcializado. Pero cuando me preguntaron: ¿Usted cree que la oposición debe participar en las elecciones parlamentarias de 2015? Mi respuesta fue mucho más contundente: SI. A pesar de la trampa, a pesar de Tibisay Lucena y las demás jinetes del apocalipsis, a pesar de las máquinas captahuellas y de las maniobras que se hacen para tratar de reducir el número de diputados en los estados en los cuales las fuerzas democráticas son mayoría, soy de quienes creen que hay que participar en esos comicios.

Mis argumentos son: 1) no podemos regalarle a Nicolás Maduro una Asamblea Nacional completica, como se la regalamos a Hugo Chávez en el año 2005. Hace diez años, las fuerzas opositoras se retiraron de la contienda electoral. Los abstencionistas convencieron al país de que al no participar se iba a “deslegitimar” al gobierno de Hugo Chávez. El resultado fue catastrófico: Chávez no solamente no fue “deslegitimado”, sino que gracias al gravísimo error cometido por la oposición, tuvo una AN  completamente a sus pies para hacer lo que le dio la regalada gana.

2) Los espacios no se pueden entregar ni ceder. El oficialismo siempre hará trampa y todo tipo de maniobras para tratar de quitarnos los pocos espacios que tenemos. Pero si en lugar de defender esos pocos espacios, nosotros se los entregamos al PSUV completamente gratis, lo único que ganaremos es que el oficialismo consolide lo que se ha dado en llamar “la nueva hegemonía política e ideológica”, sin echar un solo tiro. Las fuerzas democráticas no solo deben defender con las uñas los pocos espacios que nos quedan, sino también, diseñar una estrategia para conquistar nuevos espacios.

3) Maduro no es Chávez: Nicolás no tiene el liderazgo, ni la fuerza, ni el carisma, ni la chequera repleta de dólares que tenía Chávez. Todo lo contrario: tiene 72% de rechazo; un barril de petróleo en 50 dólares; un PSUV dividido en tres toletes; una inflación que este año llegará al 150%; y una desfavorable opinión internacional que crece cada día, en virtud de la persistente violación de los derechos humanos, denunciada por 33 ex presidentes iberoamericanos y por decenas de organismos a nivel mundial.

Dejar de participar en las elecciones parlamentarias, organizadas por un CNE vendido, parcializado y entregado a los deseos del oficialismo no resolverá los problemas del país. Tampoco “deslegitimará” a Maduro. Dejando de votar lo único que haremos será “regalarle” a Maduro una AN completica, tal como se la regalamos a Chávez en 2005.

¿Hay garantía de que no nos roben las elecciones en 2015, tal como nos las robaron en 2013? No. El PSUV está acostumbrado a hacer trampa. Y nada indica que no intentará hacer trampa en las parlamentarias.  Dicho en buen criollo: debemos estar preparados, porque, con toda seguridad, el gobierno intentará, una vez más, hacer trampa.

Lo que debemos hacer, por tanto, es: 1) organizarnos para evitar que nos hagan trampa; 2) iniciar una campaña nacional e internacional solicitando elecciones transparentes y una observación internacional independiente; 3) organizarnos para convertir el 72% de rechazo que tiene Maduro en votos y 4) postular a los mejores candidatos en todo el país (no a los bate quebrados de siempre) a la AN para estimular el voto de todos los que nos oponemos a este régimen.

 

SC 02 de mayo de 2015

 

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