Trámites para emigrar desbordan capacidad de las universidades

Trámites para emigrar desbordan capacidad de las universidades

UCV. Foto archivo

UCV

La cola en la Universidad Central de Venezuela para solicitar la certificación de documentos para estudios en el exterior puede demorar de dos a tres horas. El incremento de la demanda obligó al departamento de Secretaría General a implementar el sistema de atención por el terminal de la cédula y solo entre las 8:00 am y las 11:30 am.

A Eduardo Contreras, egresado de Agronomía, le toca ir los lunes. En un día solo pudo retirar las planillas para cancelar el costo de los trámites en el banco. En la semana siguiente tuvo que volver para proseguir el proceso: consignar los documentos en la sede de la Federación de Centros Universitarios, espacio que tuvo que ser cedido para tramitar las 4.000 solicitudes de certificación que semanalmente llegan a la UCV.

“El proceso es lento y engorroso, deberían simplificarlo. Cuando fui había dos personas atendiendo; una recibía los papeles y también tenía que ordenar la cola y abrir la puerta para que entrara más gente”, afirmó Contreras, quien necesita los papeles firmados por la rectora para cursar un postgrado en Australia este año.

Las peticiones para autenticar notas, fondos negros de títulos o actas de grado aumentaron sustancialmente en el último año, señaló la coordinadora general de Secretaría, Nina Rodríguez. Se atienden 300 personas a diario y cada una pide certificar tres documentos en promedio.

El déficit de personal dificulta el trámite. El departamento de certificaciones tiene siete personas para tramitar los 4.000 documentos semanales. Inicialmente el solicitante debía esperar 30 días hábiles para retirar sus papeles, luego el plazo aumentó a 40 días y a veces se supera el tiempo de espera por la escasez de personal, dijo la jefa del departamento, María Eugenia Guillén. La mayoría de las solicitudes proviene de Medicina, Odontología y de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.

Familias enteras emigran. El incremento de trámites de egresados antes de la década de los noventa también ha complicado el proceso, pues el departamento solo ha automatizado los expedientes de 1994 en adelante. En cada cubículo de la oficina reposan decenas de libros antiguos —entre 1960 y 1990— que los empleados revisan sin guantes y tapabocas. Los materiales permanecen en el sótano de la Biblioteca Central, ya contaminado por el tiempo. Debido a eso, solo una vez por semana envían a un empleado a esta área para buscar un lote.

Más información en El Nacional.

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