No fueron muchos los presidentes que asistieron a lo que Rusia denomina el Día de la Victoria, donde esta vez conmemoraron la derrota del nazismo hace 70 años. Los presidentes de los países occidentales no concurrieron: le aplican al gobierno de Putín un boicot por su anexión forzosa de Crimea y su rol en Ucrania.
Quienes sí asistieron fueron los jefes de Estado Xi Jinping (China), Pranab Mukherjee (India), Abdel Fattah Al Sisi (Egipto), Jacob Zuma (Suráfrica), Nicos Anastasiades (Chipre), Milos Zeman (República Checa), Truong Tan Sang (Vietnam), Tomislav Nikolic (Serbia), Mahmoud Abbas (Palestina), Aleksandr Lukashenko (Bielorusia) y Nicolás Maduro (Venezuela).
También asistieron Raúl Castro, quien heredó la jefatura de Cuba de su hermano mayor Fidel Castro y Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU.
Se agradece sobriedad
La cena fue etiquetada como “informal” por el protocolo ruso, más que todo para indicarle a las esposas de los presidentes que no necesitaban ir de traje largo. Los presidentes, por muy “revolucionarios”, “progresistas” o de “origen humilde” (como generalmente se presentan en sus países) sabían de antemano que tenían que vestir flux oscuro y corbata. Tanto a Putin como al príncipe rojo, Xi Jinping, no les gustan los mal vestidos. Nada de guayaberas, monos deportivos, sombreros de cogollo, gorritas deportivas o camisas con slogans revolucionarios bordados.
El lugar de la cena sería en unos de los palacios del Kremlin, un monumental complejo de edificios civiles y religiosos amurallados en el centro de Moscú, la capital de Rusia.
El Kremlin fue construído en el Siglo XIV y se convirtió en la residencia del Príncipe y la familia real de Moscú. Según Wikipedia, de 1344 a 1346 se decoraron todas las iglesias con frescos e iconos. Bajo las órdenes del príncipe Dmitri Donskóise levantó la gigantesca fortaleza de piedra blanca con nueve torres. La construcción se terminó en dos años. Hacia finales del siglo XV el Kremlin se había convertido en el centro de la cultura rusa.
Después de la Gran Revolución de octubre de 1917, Moscú volvió a ser la capital. En marzo de 1918 el gobierno soviético se trasladó desde Petrogrado a Moscú y ocupó el Kremlin. El Kremlin se cerró para los visitantes. Los monasterios antiguos (Chúdov y de Ascensión) fueron demolidos y sustituidos por un edificio del gobierno (1932—1934). En 1935 el águila bicéfala fue retirada de las torres del Kremlin siendo sustituidas en 1937 por estrellas de rojas (dimensión:3-3,75 metros). De 1946 a 1958 se restauraron las catedrales, palacios y otros monumentos arquitectónicos del Kremlin. En 1961 se construyó el Palacio de Congresos.
En el complejo arquitectónico se encuentran tres edificios que son usados como residencias oficiales del presidente de la Federación Rusa: el Palacio del Senado, el Gran Palacio del Kremlin y la Escuela Militar.
Nada de bullicio
Los que asistieron llegaron puntuales. Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, los esperaba en la primera antesala del salón donde ofrecería la cena a sus distinguidos visitantes.
Con disciplina, cada uno de los presidentes asistentes, entraba a la antesala para la foto protocolar con Putin, quien los esperaba en el centro de antesala. Luego el otro y así, hasta completar las 11 fotos. Las esposas de los presidentes caminaban a distancia de los maridos, no apareciendo en las fotos. La agencia oficialista Ria Novosti tomó las fotos que luego repartió a las agencias internacionales.
Después de la foto con Putin, los invitados pasaban a la segunda antesala, al lado del salón de banquetes. Ahí tuvieron la oportunidad de departir mientras se completaba la entrada de los invitados. La segunda antesala es un salón muy lujoso, profusamente decorado con pinturas, tallas en madera, candelabros, espectaculares pisos, de la época de los zares rusos, pinturas de la iconografía ortodoxa rusa, similar a la decoración del salón de banquetes.
Lujo y detalles
Cuando todos estaban en la segunda antesala, el anfitrión Vladimir Putin abrió la puerta del salón del banquetes junto al presidente de China, una deferencia especial al, por ahora, su nuevo mejor amigo.
En en salón estaba todo perfectamente dispuesto. La asignación de los puestos en la inmensa mesa rectangular, en la que Putin estaría sentado en el medio y enfrente suyo los presidentes de China a India. Detrás de cada uno de los asientos para los presidentes, un puesto para que un discreto traductor oficial facilitara el entendimiento de lo que Putin hablaría esa noche y también para las conversaciones entre los que quedaron sentados al lado del otro.
Detrás de cada uno de los comensales, un mayordomo de frac, que es una chaqueta con faldones, con chaleco gris, camisas blancas de doble puño y yuntas, con corbata negra de lazo. Estaban atentos al mínimo gesto y dispuestos a servir profesionalmente una comida que consistió en varios platos.
Cada puesto tenía mantel de cuero para el plato y otro para las copas y accesorios, una cubiertería completa, en plata y oro, para entrada, sopa, pescado, ensalada, plato principal y postre. La vajilla rusa con detalles dorados, tres copas de cristal y plata para agua, vino blanco y vino tinto, plato para pan, para mantequilla con tapa de plata, salero y pimentero individual de cerámica, una pequeña toalla blanca para la limpieza inicial de las manos, una servilleta de tela, además de unos bocadillos de entrada cubiertos con una campana de vidrio.
En cada puesto estaba un cartelito con el nombre del comensal y al lado del mantel el menú que degustarían, para que los invitados tuviesen una idea clara de lo que comerían y lo pudiesen guardar como souvenir del momento en que el Kremlin se convirtió en el restaurant más lujoso del mundo.
Muy lejanos para ser aliados “estratégicos”
El pasado enero, Nicolás Maduro visitó 2 veces Rusia en un periplo por países de oriente. En una, que el oficialismo calificó de “parada técnica” y de regreso de China volvió donde lo recibió Putin en Novo Ogariovo, la residencia campestre del presidente ruso. En nota del 15 de enero de la oficialista Agencia Venezolana de Noticias (AVN) citando textualmente a Putin leemos “Antes de pasar a temas energéticos e internacionales quisiera subrayar que Venezuela no es solamente un país amigo, sino también somos socios muy cercanos, uno de los socios más importantes de Rusia”
En una mesa rectangular, donde el anfitrión ocupa la mitad de uno de los lados largos, sus invitados importantes están sentados en su lado opuesto, en este caso el príncipe rojo de China, Xi Jinping, quien asistió a la cena sin su esposa, un detallazo protocolar que lo igualaba al presidente ruso que es divorciado y no estaría acompañado. Al lado izquierdo de los jefes de Estado estaban sentadas las esposas.
A nuestro comensal le tocó en una esquina del lado largo de la mesa. Entre Cilia, a su izquierda y Tr??ng T?n Sang, la esposa del presidente de Vietnam, a su derecha. Un puesto bastante lejano, para un aliado tan “importante”
En la real politik, cosas como una cena, dicen la realidad, por encima de la retórica, de las declaraciones amables. Ni de casualidad sentaban al chino donde quedaron Maduro y Cilia.
Los periodistas fueron retirados del salón luego del discurso de Putin, para que así los invitados pudiesen disfrutar de la cena, que seguramente incluía caviar y salmón ruso.
Barriga llena, manos vacías
A pesar que el oficialismo ha sido incapaz, como ya es costumbre, de informar manera profesional y suficiente de la agenda los viajes al exterior, y específicamente de ésta de Maduro en Rusia, un seguimiento de las agencias internacionales no indica que tuvo una limitada actividad diplomática en este viaje.
Aparte de la cena reseñada, Maduro asistió a un desfile que este año Putin se empeñó que luciera como una feria de ventas de la industria armamentista rusa. Cuanta cosa rusa con capacidad de matar desfiló ante los ojos de los presentes.
También tuvo un encuentro con becarios de Fundayacucho en Rusia e hizo un recorrido por las instalaciones de la oficialista Russia Today, donde fue entrevistado. Los demás, han sido saludos y conversaciones de pasillo para las fotos.
Nada para el país, pero si tuvo la oportunidad de llenar la barriga con una cena lujosa y opípara, como las que ya no se pueden hace en el país. No hay con qué hacerlas. ¡Buen provecho! (lapatilla.com)