Cuando sus músculos se atiesaron y no pudo moverse ni hablar, Wallis Brozman estuvo contenta de tener un genio como perro guía.
Brozman, quien tiene un trastorno de movimiento llamado distonía, sacó a pasear a Caspin, su mezcla golden-labrador retriever, sin ponerle el arnés que utiliza para guiarla. De repente, no pudo moverse.
“No podía hablar ni gritar. No traía un teléfono para enviar un mensaje. Pensé que me quedaría tirada hasta que alguien nos encontrara”, comentó Brozman, que vive sola en Santa Rosa, California, con una silla de ruedas y con Caspin, que entiende inglés y lenguaje de señas.
Caspin colocó su cuello bajo su mano hasta que logró enganchar su dedo en el collar.
“Luego, muy despacio, comenzó a jalarme, abrió la puerta a empujones y se quedó a mi lado hasta que logré suficiente movimiento para meterme a la cama”, comentó.
Caspin se clasifica como Protodog, un perro espontáneo que fácilmente crea lazos y resuelve problemas solo o con personas, según las medidas de inteligencia en perros creadas por científicos y entrenadores. El Dognition Assessment utiliza 20 juegos para determinar el nivel de empatía, comunicación, astucia, memoria y razonamiento del perro.
“La gente aprenderá de y comprenderá a sus mejores amigos”, comentó Brian Hare, anfitrión de “Is Your Dog a Genius?” (¿Tu perro es un genio?), una serie de tres partes en donde podrás ver si tu perro está a la altura, y quien ayudó a desarrollar la evaluación como profesor asociado de antropología evolutiva y miembro del Centro para Neurociencia Cognitiva de la Universidad Duke en Carolina del Norte.
Obtener la lista de juegos para practicar con tu perro cuesta 19 dólares en www.dognition.com. Tras registrar los resultados, Duke arma el perfil de tu mascota. Un perro puede catalogarse como Ace, Charmer, Socialite, Expert, Renaissance Dog, Protodog, Einstein, Maverick o Stargazer.
Por ejemplo, los “Aces” resuelven problemas, son socialmente capaces, se relacionan bien y son buenos para casi todo. También intentan salirse con la suya cuando se portan mal y confían en su linda cara o algo de cariños con el hocico para evitar el regaño.
Los “Einsteins” son los cerebritos. Pueden solucionar problemas al observar los hechos frente a ellos, una característica clave de los genios. Sin embargo, igual que la gente brillante, pueden ser socialmente extraños.
Los juegos demuestran que la inteligencia del perro no se mide igual que con un humano, con una prueba de coeficiente intelectual.
“No nos manejamos con números”, comentó Hare. “En el mundo animal, reconocemos que hay muchos y muy variados tipos de inteligencia. Puedes ser genio en un área, pero no en otra”.
En uno de los juegos, pones de cabeza dos vasos desechables, permitiendo que el perro observe cuando pones un premio bajo uno.
Apuntas hacia el vaso vacío y ves hacia dónde se dirige tu perro. Ambos muestran un tipo de genialidad: si Fido se dirige al vaso vacío, es bueno siguiendo órdenes y relacionándose. Si va al otro, confía en sus propias herramientas… y recibe el premio.
Brozman comenta que no hay lugar a dudas de que Caspin, de ocho años, es inteligente en muchos sentidos. Sus habilidades para solucionar problemas lo hacen muy valioso para Brozman, pero nos aclara que no le pide lo imposible.
“Sin importar cuántas veces le pida que me construya un cohete, no lo hace”, comentó. “Me traerá las partes, pero construir el cohete depende de mí. Es una colaboración, y tienes que ser realista de lo que tu perro es capaz de hacer”.