Recorremos la Gran Vía de Madrid de abajo a arriba -esto es, desde la calle de Alcalá hasta la Plaza de España- y en zigzag -saltando de los pares a los impares-. Entre otras cosas descubrimos que no hay ningún Corte Inglés, que tiene 15 hoteles, que sorprendentemente hay más farmacias que hamburgueserías, que lo más interesante no siempre está a ras de suelo y que si te paras quieto un rato puedes ver pasar a Alaska. Si sigues sin moverte del sitio, puedes verla pasar de vuelta.
Escenario de películas, epicentro de manifestaciones, objetivo de bombardeos en época de guerra… Siempre, siempre, en el punto de mira de la historia de Madrid. Pero también de su día a día, porque la Gran Vía forma parte obligada de la rutina diaria de los madrileños. Y eso que esta calle no es ni la más larga, ni la más ancha ni la más antigua. ¿Qué tendrá? La recorremos enterita:
nª1. Grassy. Mítica joyería fundada en 1952, que ocupa la parte baja del edificio Grassy -adoptó el nombre tras la apertura de la joyería-, muy reconocible, porque está levantado en un solar triangular con fachada en la Gran Vía y esquina con calle de Alcalá; es como el neoyorquino Flatiron, pero en versión reducida y castiza. Es una de las imágenes icónicas de la ciudad y pocos saben que esconde un museo de relojes antiguos en su interior, con piezas desde el siglo XVI hasta el XIX.
Si miramos al primer piso, echamos en falta el letrero que anunciaba Gula Gula, restaurante que ha estado haciendo de Celestina entre desconocidos durante años, antes de que llegara la era de los Badoos, Grinders, Tinders o POFs.
nº2. Sede de la Gran Peña, una de las sociedades con más solera de Madrid. Las plantas superiores son ocupadas por el Hotel The Principal -se entra por la calle Marqués de Valdeiglesias. Hasta hace poco fue el Hotel Ada Palace y las vistas desde su azotea -uno de los must entre las terrazas de verano más cool- bien merecen una visita, con el añadido de que este año Ramón Freixa ha instalado allí su nuevo restaurante: Ático.
nº3. Es el Servicio de Atención al Ciudadano, el primer edificio administrativo que nos encontramos en la calle. Y son bastantes.
nº7. Joyería Sanz, otro de los representantes del lujo en la Gran Vía. Ahí sigue desde que fue abierta en 1946. Comparte número con la asequible Muy Mucho, tienda para caprichosos del hogar. Que si velas, que si maceteros de zinc, que si espejos, que si gadgets para hacer cupcakes… Todo cabe en esta megastore de cositas de casa.