Sobran las razones para marchar el sábado 30 pero también hay muchas razones para no hacerlo. Quizás la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) debió expresar su apoyo a la actividad y al propio tiempo, advertir que se trata de una iniciativa personalista, una agenda que no fue consultada con los demás factores políticos y organizaciones, que tal proceder le hace un flaco servicio a la unidad como valor esencial de esta lucha y le brinda una oportunidad excepcional al gobierno para desviar la atención de la agenda social, manipular las legítimas diferencias que hay en el campo democrático y eventualmente, promover escenarios de violencia que le permitan reflotar a este régimen decrépito, ruinoso y fracasado. A pesar de todo esto, respaldar la marcha. Si no lo hicieron es porque las decisiones en la MUD son mucho más complicadas de lo que la gente imagina, requieren una amplia consulta y un complejo ejercicio democrático.
Nuestra solidaridad y afecto personal a Leopoldo López no está en duda, él lo sabe. Somos solidarios con todos los presos políticos pero es otra duda la que angustia: ¿Por qué correr inmensos riesgos sin necesidad y ofrecer nuevas oportunidades a un gobierno arrinconado? Por muy importante que sea un partido o un líder ¿Cuál es la contribución que brinda a la unidad cuando pone en marcha una agenda de manera sectaria e inconsulta? Además, no es la primera vez. Así plantearon “La Salida” y después del inocultable fracaso de esa iniciativa, jamás dieron una explicación al país y se pasaron -de nuevo sin consultar con nadie- a promover una Asamblea Constituyente, recogieron firmas y descalificaron hasta la saciedad a las elecciones parlamentarias. No siendo una iniciativa unitaria, naturalmente también fracaso y por eso fue silenciosamente abandonada, ahora simplemente son promotores de las elecciones parlamentarias, por fin. ¡Buena noticia! En efecto, al poco tiempo estaban sentados en la MUD logrando algunos candidatos por consenso y planteando su participación en las primarias en varios circuitos. No salieron muy bien, por cierto. Sin embargo, parecía que habían rectificado el camino y todo iba bien hasta que surge esta nueva aventura inspirada en la tentación personalista y en la competencia personal de liderazgo con Henrique Capriles, a quien hay que reconocer su prudencia en el manejo de este episodio, sin menoscabo de la firmeza que exigen las circunstancias.
Finalmente, vemos al gobierno seleccionando sus candidatos y moviendo sus piezas para las elecciones parlamentarias, está obligado a fijar la fecha de esos comicios. No tiene alternativa, salvo un autogolpe y en tal caso, lo darían después de anunciar el evento electoral, obvio. Así las cosas, uno podría sentirse manipulado cuando se hace una huelga de hambre para exigir algo que sabemos con certeza que el gobierno hará. Reconocemos toda huelga de hambre como un sacrificio pero la fecha de las parlamentarias no será un logro de ella. Pareciera que se necesita una victoria y se busca desesperadamente, eso no luce como un juego limpio y genera reservas en un país que demanda responsabilidad a sus líderes en ésta hora crucial. Honestamente, no quisiera que estas líneas se interpretaran como una agresión a mi amigo Leopoldo López o su partido sino más bien como una invitación a reflexionar sobre el valor de la unidad y la necesidad de transitar juntos el camino. Dicho esto, nos vemos en la marcha.
Twitter: @richcasanova