El combate a la pobreza extrema se ha convertido en una de las batallas más difíciles para los organismos gubernamentales, no sólo en Venezuela sino en todo el mundo. Periódico de Monagas
En el caso del estado Monagas, la pobreza extrema sigue presente en rincones aparentemente escondidos, donde las familias carecen de servicios básicos y sus relatos de cómo sobreviven día a día conmueve corazones.
Los trabajos investigativos de carácter periodístico han pisado los lugares más recónditos y precarios para constatar tales vivencias.
Así fue el caso de Dario Coper, en la zona agrícola del sector Santa Inés V del municipio Maturín, donde el 80 por ciento de las familias no cuentan con el servicio de energía eléctrica, aguas blancas, red de cloacas, viviendas dignas y tampoco el acceso a alimentos.
El relato de Coper, de 55 años de edad, de la etnia warao, sensibiliza al más inhumano del planeta, comentó que desde hace 3 años duerme en una especie de palafito sobre tierra, al cual llama hogar, donde convive con su esposa y una sobrina, los otros 3 hijos mayores de edad lo visitan “de vez en cuando”.
Sólo un par de sabanas bordean la estructura haciendo la división de un cuarto, el baño es un balde, no cuenta con agua potable menos electricidad, su cama es un chinchorro de color azul un poco empolvado, y se las ingenia con 3 pedazos de leña y una parrilla algo oxidada para cocinar el arroz y mezclarlo con sardina enlatada, el plato de todo un día, sin dejar de mencionar que eso sucede cuando corre con la dicha de tener algo que comer, así lo dejó bien claro.
Coper aseguró que en varias oportunidades lo han censado para una vivienda pero sigue esperando la consolidación del anhelado proyecto.
“No son las mejores condiciones pero sigo con vida, debemos continuar batallando para sobrevivir”.
Coper aún en las circunstancias más pobres, cada día revisa si la cosecha de yuca o auyama está lista para tener algo en su estómago.
Las 140 familias de la zona, están en el mismo renglón, viven bajo láminas de zinc, sólo unos pocos han levantado una pieza de bloques para resguardarse de las balas, porque los actos delictivos allí sí ocurren pero nadie comenta por temor.
Brisas de Venezuela
Por otro lado, dos familias que han vivido por más de 13 y 6 años en Brisas de Venezuela, relatan que el menú con el cual alimentan a sus hijos es muy reducido, por vivir en condiciones de pobreza extrema.
En Brisas de Venezuela de 568 familias que viven en condiciones económicas y sociales difíciles, Ismenia Coronado y Francisca Rodríguez, ingresaron en el censo de familias que padecen la pobreza extrema.
Los padres y representantes del hogar, salen a trabajar dignamente a diario para traer el pan de cada día, sin embargo, algunas veces no corren con la suerte de una comida antes de dormir.
Ismenia Coronado, de 35 años, tiene 11 hijos, 2 son hembras, conviven bajo su mismo techo de zinc 6 de ellos, incluyendo una joven de 12 años.
Aunque agradece el aporte mensual de Madres del Barrio, dice que no es suficiente para los gastos de su vivienda, los 6 hijos a su cargo, los cuales debe vestir, alimentar y hacer otros gastos en el hogar.
Coronado señaló que las ofertas de trabajo son reducidas, y que su esposo hace trabajos de herrería, ambos no culminaron su etapa escolar primaria.
“En las mañanas preparo algunas arepas con mantequilla o con sardina cuando hay dinero extra para que los niños desayunen antes de ir al colegio, 3 de ellos están estudiando, y en la tardecita preparo espagueti con mortadela, es el almuerzo y la cena”.
Agregó Ismenia que comen un día sí y otro no, para rendir la comida y que ayer los 3 niños que van al colegio no fueron a clases por tener los uniformes sucios, tenía la mitad de un jabón azul pero el sector no cuenta con aguas servidas, menos sistema de cloacas.
El rancho de Ismenia donde convive con sus 6 hijos y su esposo, cuenta con tres camas, cada una al lado de la otra por el espacio reducido, una cocina a la cual le funciona una sola hornilla, la pieza de una poceta señala donde queda el baño, porque las necesidades las hacen en un balde.
La otra guerrera, Francisca Rodríguez, con 14 hijos armó un ranchito desde hace 5 años, el cual aún no cuenta con pozo séptico y relató que hacen sus necesidades en bolsas plásticas.
Rodríguez, tiene 3 varones y el resto hembras, uno de los varones falleció, motivo el cual quiso reservar, 8 de sus hijas conviven en su mismo hogar.
Relató que su esposo con el cual tiene una relación de más de 35 años, trabaja como vendedor de chucherías y helados en una escuela, que queda en otra comunidad.
Al ser consultada sobre cómo hacían para alimentar a sus hijos, expresó que “en las mañanas hago una arepa y la relleno con algo de queso, y al mediodía arroz con pollo o carne, pero cuando se tiene dinero para comprar, sino resolvemos con sardina en lata, para que no le falte el plato de comida a mis hijas”.
Por último dijo “el dinero que se gana se invierte en la comida más que todo, las navidades pasadas no alcanzó para comprarle regalo a las niñas, sólo unos vecinos le regalaron a las más pequeñas unos detalles”.