Religiosidad, fe, arte y cultura son algunos de los valores que encontrará el papa Francisco en su recorrido por el centro histórico de la capital ecuatoriana, una de las zonas coloniales mejor conservadas de América, donde visitará las iglesias de La Compañía, San Francisco y la Catedral.
Declarado en 1978 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, el centro histórico de Quito alberga varias iglesias, conventos y la sede del poder ejecutivo: el palacio de Carondelet, edificio que enmarca la emblemática Plaza Grande junto al palacio arzobispal, la Catedral y el Ayuntamiento.
Precisamente a Carondelet llegará el papa la noche del 6 de julio para reunirse con el jefe de Estado, Rafael Correa, y poco después se desplazará a la Catedral metropolitana.
Se trata de uno de los templos más antiguos de Sudamérica que, en su construcción combina estilos como el barroco, el mudéjar, el rococó, el neogótico y el neoclásico, según la empresa metropolitana de Turismo, que recuerda que en ella reposan también importantes obras de afamados artistas de la época de la colonia.
El 7 de julio, el sumo pontífice volverá al centro histórico para un encuentro con la sociedad civil en la iglesia de San Francisco, y saludar en la plaza del lugar, parte de lo que fue un mercado indígena precolombino y donde se erigió luego uno de los complejos arquitectónicos religiosos más grandes de América.
Su construcción empezó en 1537 y terminó 150 años después. Cuenta con trece claustros, tres templos y un gran atrio, todo sobre trece hectáreas y media de superficie.
Según Quito Turismo, San Francisco guarda unas 3.500 obras de arte colonial y su templo es la edificación religiosa de mayor extensión de la ciudad, pues ocupa aproximadamente dos cuadras.
En el altar mayor, dominado por un gran retablo barroco y cubierto de pan de oro, destacan las esculturas de la “Virgen de Quito” de Legarda y del “Jesús del Gran Poder”.
Tras su paso por San Francisco, el papa, de la orden de los jesuitas, bajará unos metros para realizar una visita privada a la iglesia de La Compañía, que tardó 160 años en ser construida y que es uno de los monumentos que avalan la designación del sector colonial de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Perteneciente a la comunidad religiosa de los jesuitas, la iglesia de la Compañía de Jesús, uno de los mejores ejemplos del barroco ecuatoriano y latinoamericano, comenzó a construirse por 1605 y terminó en 1765, con el esfuerzo de miles de manos indígenas y la influencia del arte barroco, mudéjar y árabe.
En su retablo mayor, figura una imagen de la Virgen Dolorosa del Colegio, a la que se le atribuye el milagro de haber abierto y cerrado los ojos durante 15 minutos en 1906 en presencia de 35 estudiantes internos del colegio y dos sacerdotes jesuitas.
La iglesia, situada a una cuadra de Carontelet, tiene 10 cúpulas en total; mide 56 metros de largo por 28 de ancho y está concebida como una cruz latina: la nave central representa el cuerpo de Jesús, las laterales sus brazos y el presbiterio, la parte más importante de la iglesia, toma la representación de la cabeza de Cristo.
El crucero, donde se juntan las naves laterales con la central, termina en una cúpula con 12 ventanales para favorecer el paso de la luz natural.
La Compañía, que puede acoger a unas 400 personas en un solo servicio religioso, presenta columnas salomónicas y una profusión de decoraciones que representan plantas, flores, frutas, querubines, ángeles y arcángeles, entre otros.
La decoración de la iglesia, donde predomina el pan de oro, presenta imágenes de estrellas, aves, rostros y el sol, entre otros. que aparecen no solo en el interior de la edificación sino en su imponente fachada de piedra volcánica tallada.
Allí, fieles, turistas y transeúntes aprecian soles, más columnas salomónicas, corazones y otras figuras escoltadas por dos ángeles de piedra, que también apreciará Francisco en su último día en el centro histórico de Quito en esta visita, la segunda de un papa a Ecuador en 30 años, ya que Juan Pablo II visitó el país en 1985. EFE