China desinfla su Bolsa para evitar el crack

China desinfla su Bolsa para evitar el crack

Un inversor observa el mercado de valores en la Bolsa de Fuyang (China) / Getty
Un inversor observa el mercado de valores en la Bolsa de Fuyang (China) / Getty

 

El Gobierno de Pekín interviene con todos sus medios e impide que las fuerzas del mercado actúen por sí solas.

Casi cien millones de inversionistas venden apresuradamente, en la creencia de que sus ahorros terminarán evaporándose





Pedro González / ZoomNews

Shanghai y Shenzen, las dos mayores Bolsas de Valores de China, terminaron la semana con importantes repuntes tras el crac que supuso la pérdida de hasta un 40% en la cotización de muchos de sus títulos. Para conseguir ese momentáneo frenazo al descenso a los infiernos, el Gobierno de Pekín no escatimó en medios: exigió a las grandes empresas del país que no vendieran más acciones de sus filiales que cotizan en Bolsa. Tal prohibición la extendió incluso a los directivos, a los que se les pidió que compraran incluso acciones pese a estar en caída libre, y puso a la policía y a la Comisión Reguladora del Mercado de Valores a investigar conjuntamente contra la especulación, considerando ésta la venta de posiciones cortas.

El despliegue de semejante arsenal de medidas pretende conjurar el pánico, desatado al activarse los cortafuegos. Desde el 12 de junio, el punto culminante en que las cotizaciones registraron sus picos más altos de la historia, y el 8 de julio, las Bolsas chinas registraron pérdidas equivalentes a más de tres billones de euros, o sea, más del triple de la capitalización de todo el mercado español, por ejemplo.

 

 

La irrupción de las autoridades chinas en los parquets bursátiles, además de componer un cuadro de medidas sin precedentes, contraviene la resolución de la Asamblea Nacional de 2013, que asignaba a las fuerzas del mercado un papel fundamental en la marcha de la economía del país. Ahora, está claro que Pekín no va a tolerar que la situación se le vaya de las manos.

La historia de esta burbuja comienza en enero de 2014, momento en que la fiebre inmobiliaria muestra inequívocos síntomas de agotamiento. Los precios de los apartamentos en los miles de rascacielos erigidos en cientos de ciudades, lejos de continuar su vertiginosa espiral alcista, empiezan a desplomarse, y los que invertían en el ladrillo con esperanzas de mantener e incrementar sus ahorros, comprueban que escasean cada vez más los compradores y que los precios caen rápidamente.

Es entonces cuando, amparados en el clima de euforia que se desprende del fin de la crisis en Estados Unidos, los ahorradores chinos buscan un refugio alternativo. Es así que casi cien millones de inversores individuales, la inmensa mayoría sin conocimientos financieros de ningún tipo, compran acciones de alguna de las 2.800 empresas que cotizan, principalmente en Shanghai y Shenzen, esta última especializada en valores tecnológicos.

La avalancha compradora provoca una desconexión evidente con la economía real. Se da la circunstancia de que China registra en 2014 su menor incremento del PIB en los últimos quince años. Al mismo tiempo, las cotizaciones bursátiles de disparan hasta alcanzar esas astronómicas revalorizaciones de hasta el 200%. Una espiral que solo puede producirse porque los inversionistas, aunque compren a precios caros, siguen creyendo que encontrarán más adelante a otros compradores, a los que les venderán sus acciones con el correspondiente beneficio. Cuando venden a la desesperada es porque ya se han convencido de que no quedan más locos a quienes colocarles su mercancía.

La burbuja, así alimentada, se pinchó a partir de mediados de junio. La cláusula que estipula la suspensión de cotización de un determinado valor si pierde el 10% empezó a activarse a un ritmo trepidante. Hasta 1.493 empresas decidieron unilateralmente  suspender sus transacciones ante el ingente deterioro de sus activos financieros. El movimiento aceleró el pánico de los inversionistas individuales, que representan nada menos que el 80% de la titularidad de los valores cotizados.

El Gobierno chino creyó estar a las puertas de un estallido social, además del que representa el peligro de un inminente crac bursátil y el consiguiente debilitamiento de todo el sistema financiero. Sus maniobras y medidas de emergencia tienden a evitar que el inevitable pinchazo de las Bolsas no se produzca por estallido sino mediante el progresivo desinflamiento de los valores. Para especialistas como los expertos de Deutsche Asset & Wealth Management, todo es fruto de “un proceso a largo plazo para la liberalización del mercado de capitales”.

Por su parte, en J.P.Morgan AM auguran nuevas caídas, y pone la situación actual en relación con el rally que también experimentaron las Bolsas chinas en 2007. Al igual que Bank of America Merril Lynch, no creen que la situación pueda provocar una sacudida seria a las demás bolsas, aunque entre sus más próximos vecinos en Asia el miedo al contagio es evidente.

En cuanto a los ahorradores chinos, el Gobierno espera contrarrestar su fiebre vendedora con las prohibiciones estipuladas para los grandes inversores y directivos. Aquellos temen que sus ahorros invertidos en Bolsa terminen evaporándose, y maniobran para salvar lo que puedan. Los que compraron al principio del ciclo, es decir entre enero y septiembre de 2014, se marchan incluso con algún margen de beneficio. Los que lo hicieron desde entonces, comprando ya muy caro, se retiran con fuertes pérdidas.

En esas pérdidas de más de tres billones de euros -que al final pueden ser cinco billones- también hay algún multimillonario despistado. El más mediático es el caso de la actriz Zhao Wei(también conocida comoVicky Zhao), que en tres meses ha perdido 4.000 millones de yuanes (600 millones de euros).

En parecida situación se hallan los inversores extranjeros que vieron en la boyante Bolsa china expectativas de rentabilidad tan atractivas que no dudaron en internarse en su accionariado. Entre los principales damnificados estarían muchos norteamericanos y un buen puñado de inversionistas europeos, entre ellos varios españoles.