Milo, un gato de seis meses de edad, fue llevado al veterinario para ser sometido a un procedimiento de rutina. Su esterilización traería muchas ventajas tanto para su dueño como para él, pero el minino definitivamente no quedó satisfecho con los resultados de su cirugía.
Tras despertar de la anestesia, Milo notó que algo le faltaba. Fue entonces cuando el gatito perdió el control.
“Miró hacia abajo y se dio cuenta de que no estaban (sus testículos) y soltó un grito todopoderoso. Siguió mirando hacia abajo, con la vista fija durante siglos”, le contó el dueño de Milo, John Reed, a un medio de comunicación.
Reed, de 58 años, añadió que cada vez que mira las imágenes del momento, no puede evitar reírse.