El nombre de Simón Bolívar se ha incorporado a la designación oficial del país, y el término “bolivariano” está por todas partes en Venezuela, pero hay un lugar en la nación sudamericana donde la imagen de El Libertador tiene cada vez menos espacio: en las billeteras de los venezolanos.
Antonio María Delgado / El Nuevo Herald
Y es que “El Bolívar Fuerte” es una de las monedas que se debilita con mayor rapidez en el planeta, situación que ha llevado a que el billete de 100 bolívares -que lleva estampado el rostro del prócer venezolano- equivalga hoy a sólo 15 centavos de dólar al tipo de cambio en el mercado negro.
“El billete de 100 bolívares, el de mayor denominación en Venezuela, es el que tiene el menor poder adquisitivo en el mundo”, afirmó desde Caracas el analista y columnista David Morán.
Le sigue el billete de máxima denominación de Liberia, que equivale actualmente a unos $1.08, y el de Guinea que puede ser cambiado por otros $1.40, explicó Morán.
Y los 15 centavos por el billete de 100 bolívares -calculados a la tasa de cambio en el mercado paralelo del viernes de 670 por dólar- son insuficientes para comprar un cachito [pequeño croissant relleno de jamón] en Venezuela.
“Son suficientes para comprar un lápiz o dos periódicos en el quiosco o quizás un litro de aceite si lo consigues a precio regulado, pero no para mucho más”, añadió Morán.
Esa es una de las razones por las que la mayor parte de las personas busca deshacerse de ellos.
NADIE QUIERE LOS BOLÍVARES
La acelerada tasa de inflación aunada a la precipitada pérdida de valor del bolívar frente al dólar, divisa que duplica su valor frente a la moneda venezolana cada tres meses, está generando un curioso efecto dentro de la nación sudamericana: la pérdida de interés en acumular dinero, al menos el dinero venezolano.
“Hoy la gente no ahorra en Venezuela, nadie se queda con un bolívar en la mano, porque sabe que si lo guarda va a perder valor”, comentó Morán. “Eso se debe a que la moneda en Venezuela ha perdido sus dos funciones básicas, la primera, de servir como medio de pago y, segundo, la de servir como instrumento para preservar el valor”.
La pérdida de esas características es clásica del terrible fenómeno de la hiperinflación.
“La economía venezolana está montada sobre una montaña rusa, está sufriendo los efectos de lo que yo llamo vértigo hiperinflacionario, que es una condición donde los consumidores y el comerciante pierden el sentido de posición, el sentido de equilibrio, no sabe dónde está, con el resultado final de que se pierde la confianza en el signo monetario y la gente no sabe qué hacer con el dinero, no quiere quedarse con él, y sale a comprar cualquier cosa”, explicó el economista Alexander Guerrero, presidente de la firma TecnoEconomica en Atlanta..
“Es por eso que la gente sale y compra lo que hay. Sale y compra mermelada de naranja incluso cuando no le gusta y aunque no la necesite. Lo hace porque prefiere tener ese frasco en la mano que un fajo de billetes”, añadió Guerrero.
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