Al margen de los enormes beneficios que acaban de anunciar, hay contrastes: los altos niveles del dólar, la sobrecapacidad de las líneas internacionales y la guerra de precios de las compañías de bajo coste —que arañan partes del mercado de los vuelos domésticos— se traducen en una disminución de los ingresos por pasajero, por asiento disponible y por milla recorrida (PRASM, por su sigla en inglés), uno de los indicadores de rentabilidad del sector. Pulzo.com
American Airlines, United Continental, Delta AirLines y Southwest Airlines, las cuatro grandes líneas aéreas estadounidenses, han visto aumentar sus beneficios al menos un 30 % en el segundo trimestre.
American Airlines y United tuvieron incluso los beneficios trimestrales más altos de su historia, con 1.700 y 1.200 millones de dólares respectivamente, mientras que Delta obtuvo un beneficio de 1.500 millones de dólares y Southwest uno de 608 millones.
“Los bajos precios del carburante explican estos beneficios tan elevados”, estimó William Bias, analista de 247WallStreet.com.
La cotización del crudo cayó más del 50 % respecto a un año atrás. Una gran ventaja, cuando el combustible y los salarios son los principales gastos de las compañías aéreas.
Delta, por ejemplo, redujo su factura de carburante un 40 % gracias al precio del galón (3,78 litros) de combustible, que pasó en un año de 2,93 dólares a 1,70 dólares.
En este contexto aumentaron los ahorros de las compañías y mejoraron sus márgenes, para gran alegría de los mercados financieros, seducidos por la perspectiva de dividendos al alza y de nuevos programas de compra de acciones.
Pasajeros descontentos
Eufóricos, los analistas han podido ver cómo el título de American Airlines se valorizaba un 33%, lo mismo que el de United (33 %) y el de Delta (30 %), tras haber sido largamente ignorados por los inversores.
“Los años 2015 y 2016 van a ser probablemente los años en los que la industria aérea estadounidense alcance su pico, aunque un cambio de las condiciones económicas (…) y de los precios del petróleo podrían presionar a la baja los beneficios de las compañías en el futuro”, advirtió la firma estadounidense Standard & Poor’s.
Sin embargo, no es tan sencillo traducir la recuperación de la economía estadounidense en un aumento del volumen de negocios. Sobre una base trimestral, de abril a junio, el volumen de negocios de Delta progresó solamente un 0,8 %, mientras el de American Airlines retrocedió 4,65% y el de United 4 %.
La rentabilidad también es relativa: la PRASM consolidada del sector se redujo 6,5 % en junio, según Airlines for America, el lobby aéreo estadounidense.
De cara al tercer trimestre, Delta y United ya han advertido que sus respectivos PRASM van a retroceder del 4,5 % al 6,5 % y del 5 % al 7 %.
“Estos datos muestran presiones sobre los precios en los mercados internacionales”, explicó el primer banco alemán, el Deutsche Bank. Esto se debe, según el banco, a la caída de las sobrecargas de carburante, una demanda débil del mercado internacional, la sobrecapacidad de determinadas líneas y el dólar fuerte que grava las ventas de los billetes de avión en otras divisas.
Estas compañías aumentaron, por otra parte, sus capacidades, mientras los analistas defienden una reducción de los vuelos que les permitiría aumentar más sus tarifas.
Para el gabinete de análisis Trefis, estas grandes compañías no tienen elección: deben aumentar sus vuelos internos para defender su parte de mercado ante la competencia agresiva de ambiciosos “pequeños” como JetBlue, Alaska o Spirit.
Por su parte, los pasajeros que contaban con que las tarifas iban a bajar siguiendo los pasos de los precios del petroleo, están decepcionados y recurren a la justicia.
En este contexto, particulares presentaron a principios de julio varias quejas ante las cuatro compañías en Chicago (norte) y en Nueva York, y el ministerio estadounidense de Justicia (DoJ, por su sigla en inglés) investiga desde finales de junio “un posible acuerdo” tarifario entre American Airlines, United, Delta y Southwest.