La primera dama de Venezuela, Cilia Flores, encabezará la lista de los chavistas para las parlamentarias previstas del próximo 6 de diciembre. Su privilegiado puesto ha sido aceptado sin chistar a pie juntillas por los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que todavía no han podido sobreponerse a la imposición por arriba de sus candidatos.
Y quien anunció este lunes el privilegio de encabezar la nómina de los candidatos a la Asamblea Nacional, por voto lista, ha sido nada menos que su esposo, el presidente Nicolás Maduro, quien le puso el apodo de «primera combatiente» antes de formalizar su matrimonio a mediados de 2013 tras haber mantenido una larga relación sentimental.
Nacida en el estado Cojedes, centro de Venezuela, Cilia Flores es nueve años mayor que Maduro. Su pequeña estatura contrasta con la figura corpulenta y fornida de su marido. Sin embargo, su tamaño reducido no le impide ejercer un gran poder en la república bolivariana. Es una mujer muy influyente y manda más que el presidente, dicen en los pasillos de Miraflores.
Cilia Flores se ha tomado en serio su papel de primera dama. Se ha convertido en la sombra de Maduro y no lo deja solo ni siquiera en las reuniones de su gabinete. Lo controla todo. Como abogada ha puesto a sus amigas en los cargos más importantes. A Tibisay Lucena en la presidencia del Consejo Nacional Electoral, a Luisa Ortega Díaz como Fiscal General y a Gladys Gutiérrez como presidente del Tribunal Supremo de Justicia.
Siendo de origen humilde, su carrera política comenzó visitando a Hugo Chávez en la cárcel tras haber dirigido el golpe de Estado fallido en 1992. Después fue diputada y presidenta de la Asamblea Nacional y Procuradora General.
La oposición le ha criticado que ha empleado a 37 parientes y familiares suyos, tanto en el parlamento como en las oficinas de la Procuraduría General. Las leyes venezolanas prohíben el «nepotismo» y el «tráfico de influencias» en la administración pública.
En una de las pocas entrevistas que ha concedido, la Flores reconoció sin tapujos: «aquí ingresó mi familia y yo me siento bien orgullosa de que sean mi familia y los defenderé en esta Asamblea Nacional como trabajadores y defenderé los concursos públicos, no sólo yo, también esta Asamblea Nacional y la mayoría de los diputados y diputadas revolucionarios y revolucionarias».
También ha influido en colocar a su hijo Walter Jacob Gavidia Flores, para dirigir la construcción de las viviendas populares en los terrenos de la Yaguara en Caracas que fueron expropiados la semana pasada a Empresas Polar, la más grande productora de alimentos del país, dejando a más de 2.000 trabajadores en la calle.
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