La crisis social y humanitaria que se vive en Venezuela por causa de las decisiones improvisadas de Nicolás Maduro ha sumido a la hermana Nación en una crisis de proporciones incalculables.
Desde la escasez de alimentos básicos en Caracas, que se ubicó en 60,7% en mayo, hasta la proyección que calcula que se cerrará el año con una caída del 7,5% de su economía y con una inflación del 175% se convierten en cifras aterradoras, e inaceptables para un país que posee las mayores reservas petroleras del planeta y que vende su revolución –fallida- como un modelo a seguir.
Y no contento con la crisis que viven internamente, el Señor Nicolás Maduro decide cerrar el paso entre Colombia y Venezuela. Argumentando, con una cortina de humo como es lo usual, una supuesta amenaza a su seguridad nacional por la presencia de ‘paramilitares’ colombianos en su territorio.
Con que cara la dictadura Venezolana señala a Colombia de ser promotor de violencia? Siendo que es en su fallido gobierno que Venezuela se convirtió en el segundo país más violento del mundo, con una tasa de 95 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Por otro lado, los derechos civiles son vulnerados día a día. La libertad de expresión ha sido absolutamente cercenada. Como en el caso de la Diputada María Corina Machado, a quien todos los días buscan atacarla con infamias y campañas de desprestigio; siendo este un motivo para que desde Nuestro País, y desde nuestro congreso, le hayamos solicitado al Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Lic. Emilio Alvez Icaza medidas cautelares para que se le protejan sus derechos.
Es lamentable la realidad Venezolana. El mundo permanece inerte y silente ante un estado que niega comida, medicinas, productos de higiene personal a sus ciudadanos. La República hermana se va desmoronando poco a poco, y los demócratas del mundo debemos denunciar esto.
No podemos permitir que se sigan vulnerando derechos básicos de nuestros hermanos, y que el silencio que desde el Gobierno Colombiano se mantenga permanentemente.
Por otro lado, la suerte de los Colombianos deportados injustificadamente por el gobierno de Maduro debe estar en la agenda del Presidente Santos y de la Canciller, que no pueden sacrificar la vida y honra, por una diplomacia meliflua que no beneficia a nadie, más que a sus egos y sus intereses políticos.
Por una Latinoamérica que sea respetuosa de los DDHH, y por unas naciones que si representen a sus ciudadanos, no nos silenciaremos hasta que el respeto prime por encima de todo.
María Fernanda Cabal Molina.